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EE UU aplaza el despliegue naval frente a Colombia

Estados Unidos se ha visto obligado a aplazar el despliegue de una fuerza naval frente a las costas colombianas, destinada a interceptar la llegada de estupefacientes a su territorio procedentes de América Latina, ante la tormenta política desencadenada en Bogotá por lo que se considera una posible violación de la soberanía. Funcionarios de la Administración citados ayer por The Washington Post manifestaron que el portaviones John F. Kennedy y el crucero Virginia habían detenido su singladura y realizaban ejercicios rutinarios frente a las costas de Florida hasta que se consiga el beneplácito colombiano para su misión.

La confusión ayer en Washington sobre el destino final de la flotilla destacada el viernes desde el cuartel general de la VII-Flota del Atlántico, en Norfolk (Virginia), con destino al Caribe era total. La Casa Blanca se limitó en su conferencia de prensa diaria a reiterar las buenas palabras pronunciadas el lunes por la portavoz del Departamento de Estado, Margaret Tutwiler, en el sentido de que los navíos norteamericanos no iniciarían ninguna acción sin el consentimiento del Gobierno colombiano. La portavoz de la mansión presidencial, Alice Glen, que sustituyó en la conferencia de prensa al portavoz oficial, Marlin Fitzwater, se limitó a manifestar que "siempre estamos consultando y coordinando [nuestras acciones] con el Gobierno colombiano".Sin embargo, el ministro de Asuntos Exteriores de Colombia, Julio Londoño, que ayer negó que tuviera intención de dimitir de su cargo, según dio a entender el lunes la cadena colombiana Caracol, calificó la celebración e "maniobras navales estadounidenses" en el Caribe -la explicación oficial dada por el Pentágono al envío de los barcos de "innecesaria y no deseada". "Sería mucho más efectivo que Estados Unidos llevara a cabo los controles aéreos y navales en sus propias costas y fronteras", declaró Londoño a El Tiempo de Bogotá.

Fuerzas armadas

Por su parte, fuentes del Pentágono manifestaron ayer que el envío del Kennedy y el Virginia, a los que se unirían otras tres unidades, forma parte de un ambicioso plan elaborado el pasado octubre por el Departamento de Defensa que contempla la utilización por primera vez de la fuerzas armadas norteamericanas en la lucha contra la droga. El plan, que prevé la instalación de radar en diversos puntos de la cordillera andina para detectar los vuelos de aviones piratas, tenía que haber sido anunciado la pasada semana por el secretario de Defensa, Richard Cheney, pero al final se decidió posponer el anuncio oficial, posiblemente porque los Gobiernos de los países andinos no habían sido todavía informados de sus detalles.La tormenta política y la tensión diplomática creadas en torno al despliegue de los barcos han puesto de relieve la falta de coordinación entre los diversos departamentos ministeriales de Washington y ha colocado al presidente colombiano, Virgilio Barco -uno de los más firmes aliados de George Bush en su lucha contra el tráfico de estupefacientes-, en una difícil situación interior. El Pentágono dio la orden de zarpar a la flotilla sin que sus movimientos hubieran sido puestos previamente en conocimiento de los Gobiernos interesados.

Barco se negó a recibir a una misión de bajo nivel enviada por Washington el fin de semana a Venezuela y Colombia, y anunció que su país no participaría en ninguna maniobra naval conjunta en el Caribe. Por su parte, Londoño fue más allá y afirmó que Colombia negaría el permiso a los militares norteamericanos para interceptar en aguas internacionales a navíos que enarbolaran la bandera colombiana.

Olvido de sensibilidad

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Estados Unidos ha olvidado una vez más la sensibilidad latinoamericana ante cualquier exhibición de fuerza por parte de sus efectivos militares al sur del Río Grande, sensibilidad acentuada como consecuencia de la reciente invasión de Panamá. En el caso de, Colombia, la sensibilidad es aún mayor si se tiene en cuenta el hecho de que Panamá fue provincia colombiana hasta que el presidente Teodoro Roosevelt alentó su secesión para construir el canal a principios de siglo.Sin embargo, a pesar de la tensión reinante, Washington sigue adelante con los planes para la celebración de una cumbre antidroga el próximo 15 de febrero, en Cartagena de Indias, entre los presidentes de Estados Unidos, Colombia y Bolivia. Funcionarios de los tres Gobiernos tenían previsto iniciar hoy en la localidad boliviana de Santa Cruz una reunión preliminar sobre la posible agenda y acuerdos de la reunión. El presidente peruano, Alan García, que anianció la retirada de su país de la cumbre como protesta por la intervención militar estadounidense en Panamá, dio la pasada semana marcha atrás en su negativa y manifestó que estaría dispuesto a acudir a Cartagena si para entonces Estados Unidos ha retirado su fuerza invasora de territorio panameño. Hasta el momento, sólo unos 2.000 soldados de los 14.000 efectivos adicionales enviados por Bush a Panamá han sido repatriados a Estados Unidos.

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