Bush: "Todos los objetivos han sido alcanzados"
Cuando a las 2.46, hora local de ayer (8.46, hora peninsular), un C-130 de la Fuerza Aérea norteamericana aterrizó en la base de Homestead, cercana a Miami, con un derrotado Manuel Antonio Noriega a bordo, el último y hasta entonces no alcanzado objetivo de la invasión norteamericana -la captura del antiguo hombre fuerte panameño y su entrega a la justicia- quedó cumplido. El propio presidente George Bush, en una alocución televisada a la nación, así lo reconoció: "Ahora todos los objetivos [de la operación militar] han sido alcanzados".
Bush, cuya popularidad ya alta se disparará como un cohete en la hipernacionalista opinión pública como consecuencia de la rendición de Noriega, relató a sus compatriotas los hechos con tono firme y seguro, y con la frialdad que le caracteriza, sin que en ningún momento su voz denotara la alegría que, según sus colaboradores, le embargaba por dentro."El 20 de diciembre envié a las tropas de EE UU a Panamá con cuatro objetivos: salvaguardar las vidas de los ciudadanos norteamericanos, ayudar a restaurar la democracia, proteger la integridad de los tratados del canal y poner al general Noriega a disposición de la justicia. Todos los objetivos se han cumplido ahora", dijo Bush.
El presidente, que abandonó la sala de prensa de la Casa Blanca (desde donde se dirigió al país) sin contestar a ninguna pregunta de los periodistas, aprovechó su intervención para lanzar un aviso de atención a los narcotraficantes. "EE UU se ha comprometido a garantizar un juicio justo a Noriega. Sin embargo, su aprehensión y traslado a este país debe constituir una señal inequívoca de que EE UU no bromea en su determinación de conseguir que aquellas personas acusadas de la distribución de estupefacientes comparezcan al escrutinio de la justicia".
Y, en un intento de justificar su decisión de intervenir militarmente en Panamá, Bush manifestó que en la Operación Causa Justa, denominación oficial de la operación, "Estados Unidos había utilizado sus recursos de una forma compatible con los principios políticos, diplomáticos y morales".
El Vaticano y su representante en Panamá, el español José Sebastián Laboa, recibierron toda clase de elogios por parte del presidente norteamericano "por su ayuda imparcial y digna de un estadista". El jefe supremo del Comando Sur en Panamá, general Maxwell Thurman, siguió una línea paralela a la de su presidente en los elogios a Laboa, a quien agradeció su "labor sobresaliente".
El trabajo desarrollado por Laboa para convencer a Noriega de que se entregara a las autoridades norteamericanas es destacada por todos los medios de comunicación, algunos de los cuales revelan detalles incluso cómicos de la negociación entre el nuncio y el general. Según el Wall Street Journal, Laboa llegó a preguntar una vez a Noriega cuando éste le sondeó sobre la posibilidad de permanenecer indefinidamente en la nunciatura: "¿Pero es que pretende usted que las monjas le laven la ropa interior el resto de sus días". Por su parte, The Washington Post informa que en una de sus últimas conversaciones con el ex hombre fuerte panameño, el nuncio le disuadió de que insistiera en buscar asilo en un tercer país, primero porque nadie quería aceptarle, y segundo, porque si se encontraba un país candidato, le podía ocurrir lo mismo que a Anastasio Somoza, que fue asesinado en Asunción después de abandonar Nicaragua.
El arzobispo de Panamá, Marcos McGrath, reveló ayer en una entrevista con la CNN que Laboa convenció a Noriega de que se entregara a los norteamericanos "como la solución menos mala" y la mejor desde el punto de vista de su seguridad personal. McGrath criticó a Estados Unidos por "alentar el encumbramiento de militares en América Latina" y añadió que uña de las lecciones que debería aprender de su acción en Panamá es "la creación de una política a largo plazo con relación a América Latina verdaderamente interamericana".
El Congreso norteamericano, termómetro ideal de la opinión pública, se ha apresurado a unirse al carro de los vencedores y se ha volcado en elogios hacia Bush. Los elogios han sido unánimes por parte de demócratas y republicanos. Richard Gephardt, líder demócrata de la Cámara de Representantes y ex candidato a la nominación presidencial, por su partido, felicitó públicamente a Bush por el éxito de la operación momentos antes de partir ayer con destino a Panamá al frente de una numerosa delegación parlamentaria de congresitas, calificado jocosamente por un medio de comunicación como "la segunda invasión de Panamá".
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