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HACIA UNA NUEVA EUROPA

A Austria y sin visado

El pueblo fronterizo de Laa an der Thaya prepara su transformación comercial

Berna González Harbour

BERNA G. HARBOUR, ENVIADA ESPECIAL

Cuatro hombrecillos sonrientes saludan al recién llegado en la frontera de Austria. Reparten bonos de descuento en sus tiendas, ofrecen planos del pueblo, informan de las plazas hoteleras y hasta del cambio de divisas. Son el equipo receptor en Laa an der Thaya (Austria) de los checoslovacos que desde el lunes y durante dos semanas pueden entrar en Austria sin visado. Los comerciantes locales se están ya preparando para el cambio en la economía que va a suponer el eventual tránsito libre por esta frontera.

Un Papa Noel con mapas y folletos de Laa an der Thaya espera helado de frío en la parte austriaca del paso fronterizo de Hevlin, a 40 kilómetros de Viena. Es el representante de la Cámara de Comercio de este pueblo de 5.000 habitantes. Saluda a los checoslovacos, les reparte folletos de cerveza, de Adidas, de ropa.

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Enviados de la Caja de Ahorros local, de la asociación de turismo del pueblo... Un comité de despliegue para recibir a cuanto checoslovaco en busca de productos de Occidente caiga por esta zona. Una zona conocida como lafrontera muerta. Cuando acabó la II Guerra Mundial, esta área del norte de Austria lindante con Checoslovaquia perdió a la mitad de su clientela. Exactamente a aquellos moravos a los que el advenimiento del régimen comunista en Praga interrumpió sus eternas relaciones de paso, comercio, familia y turismo. Pero un poco decepcionados estaban ayer los anfitriones. A pesar de que el Gobierno austríaco no exige a los checoslovacos el visado para entrar durante estas dos semanas, pocos han dado el paso. Los enormes papeleos para conseguir el pasaporte, su dinero contante y organizar el viaje, han aplazado lo que prometía ser una invasión del Este, y que ayer sólo contó con varios centenares.

Cambio económico

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"Esto es un aplazamiento. Vendrán, y si esto se regulariza cambiará por completo nuestra economía", cuenta Karl Tallierer, representante de la Caja de Ahorros del pueblo. De eso ya se encargarán ellos. Las autor¡dades locales organizan ya desplazamientos de los propios austríacos a aldeas chevoslovacas para incitar curiosidad. El próximo fin de semana acudirán cual prestos vendedores de seguros a ofrecer el material: muebles, ladrillos, ropa. "Estamos organizando nuestra clientela fija del futuro", dice Fritz Mair, representante de la firma textil Frank-Mair, presto a duplicar las ventas de su empresa local. Los listos austriacos ya están preparando también un periódico-catálogo de sus propios productos y, por supuesto, atentos a recibir nueva y hasta ahora escasa mano de obra proveniente de Checoslovaquia.

Así se prepara Austria para la nueva clientela. También el Ayuntamiento de Viena ha organizado estos días teléfonos de consulta, con interlocutores en checo, para satisfacer cualquier curiosidad al recién llegado. Aquí lo que se juega es una relación paralizada por cuatro décadas con un mundo en dos bandos. Es la puesta en escena de la ruptura de los bloques, de las reformas en los países comunistas, a las que Praga ya se apuntó. Y, según dice el propio Tallierer, "nuestra zona se partió por la mitad, y ahora la vamos a recuperar".

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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