Unos aliados singulares
Los dirigentes del Pacto de Varsovia que se habían reunido ayer en Moscú para escuchar a Mijail Gorbachov estaban a años luz de los que se habían encontrado en Bucarest el pasado mes de julio, en la última cumbre de la organización, donde se transparentaron las diferencias que existen entre los rumanos y los húngaros, que fueron los únicos que acudieron a la cita con una dirección ya renovada.
Hoy, el primer ministro de Hungría, Miklos Nemeth, y el presidente del partido socialista, Reszo Nyers, encabezan la dirección húngara como entonces, aunque su posición relativa ha cambiado, según observadores, puesto que su representatividad está todavía por demostrar en las futuras elecciones libres que se celebrarán en el país.
La delegación de la República Democrática Alemana (RDA) está encabezada por Egon Krenz, que acaba de dimitir como jefe del partido comunista, y por su primer ministro, el reformista Hans Modrow. La posición de los comunistas de la Alemania Oriental es hoy bien precaria tras la dimisión masiva del Comité Central y del Politburó del partido comunista.
Rumanía llega representada por Nicolae Ceaucescu, un veterano en estas lides, que de ser el niño terrible de la organización se ha convertido en el elemento conservador, que ha llegado a sugerir incluso que la comunidad socialista debería tomar cartas en la situación que atraviesa Polonia, cuyo primer ministro es un no comunista, Tadeusz Mazowiecki.
La delegación búlgara incluyó al nuevo presidente y jefe del partido, Petar Mladenov, y al secretario del Comité Central del Partido Comunista Búlgaro, Dmitri Stanishev. En una entrevista publicada ayer en Pravda, Mladenov consideraba que el partido comunista tiene derecho a dirigir el país, por ser la única fuerza que, a su juicio, puede estabilizarlo y garantizar el progreso del mismo.
Checoslovaquia estuvo representada por sus nuevos dirigentes, el jefe del partido, Karel Urbanek, y el primer ministro, Ladislav Adamec. Urbanek se presenta como un líder de transición a los ojos de expertos soviéticos, que han recomendado a Gorbachov fijarse más en Adamec.
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