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'CUMBRE' EN EL MEDITERRÁNEO

George y Mijail, contra los elementos

El temporal dio al traste con la puesta en escena preparada por la Casa Blanca y el Kremlin

Un temporal sin precedentes en la encrucijada de caminos mediterráneos que es Malta, con vientos superiores a los 60 kilómetros por hora, impidió que la primera sesión de trabajo entre los dos presidentes se celebrara, como estaba previsto, a bordo del crucero de 12.000 toneladas Slava (Gloria), orgullo de la Marina soviética.En su lugar, Bush y Gorbachov se vieron obligados a reunirse en el transatlántico soviético de 25.000 toneladas Máximo Gorki, de construcción alemana, que chocó con un iceberg en el Artico hace unos meses en un crucero de placer, ya utilizado por el líder de la URS S como hotel flotante durante su entrevista con el entonces presidente Ronald Reagan en Reikiavik en 1986. El temporal y la lluvia eran tan intensos en la bahía de MarsaxIokk, donde el Slava y el USS Belknap estaban fondeados, que ambos barcos rompieron sus amarras de popa.

Debido al mal tiempo, no hubo recepción oficial cuando Bush y su comitiva, entre los que figuraban el secretario de Estado, James Baker, y el asesor de seguridad nacional, Brent Scowroft, llegaron al Gorki, que se encontraba amarrado al muelle. Las dos delegaciones iniciaron inmediatamente sus reuniones a puerta cerrada, con los soviéticos, como corresponde, sentados a la izquierda de la mesa, y los norteamericanos, sentados a la derecha.

En unas breves declaraciones hechas a los periodistas del pool que cubría la ceremonia, Gorbachov comentó que esperaba que la cumbre produjera "muchos acuerdos". Preguntado sobre si iba a proponer reducciones en los efectivos del Pacto de Varsovia, el líder soviético respondió burlonamente que "lo primero que hay que hacer es eliminar barcos como éstos a los que no se puede subir con mal tiempo".

Fuentes soviéticas manifestaron que Gorbachov, que parecía algo decaído al inicio de su visita a Italia, se encontraba ayer en un magnífico estado de ánimo y que la URSS acudía a la reunión no a hacer política de salón sino con ánimo de llegar a acuerdos concretos en todos los puntos del orden del día".

Por su parte, Bush manifestó que se encontraba perfectamente después de haber descansado toda la noche y que estaba dispuesto a discutir toda clase de temas. Bush, un veterano piloto de la Marina durante la II Guerra Mundial, añadió que el temporal no había afectado su sueño.

Conversaciones de desarme

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Sin embargo, y a pesar de la buena disposición de Bush a discutir toda clase de temas, EE UU ha recibido con frialdad la propuesta reiterada por Gorbachov en Roma de incluir las fuerzas navales en las futuras conversaciones de desarme.

Funcionarios de la Administración han declarado que Washington está dispuesto a considerar reducciones de armamento en todos los servicios de sus fuerzas armadas, menos en uno, la Marina.

La posición de la Administración de Bush fue subrayada de nuevo el pasado miércoles por la portavoz del Departamento de Estado, Margaret Tutwiler, quien recordó la tradicional oposición norteamericana a incluir las fuerzas navales en cualquier tipo de negociación sobre desarme. "Su inclusión", dijo Tutwiler, "nos impediría hacer honor a nuestros compromisos con nuestros aliados y no nos permitiría llevar a cabo nuestras responsabilidades globales".

La retirada de varias unidades navales soviéticas del Mediterráneo desde el pasado verano paradójicamente no ha sido bien recibida por parte de los estrategas del Pentágono, que normalmente no ocultan su satisfacción siempre que se produce una reducción de efectivos por parte de la URSS.

Por presión del actual jefe de operaciones de la Marina norteamericana, almirante Carlisle Trost, la posibilidad de una reducción de las fuerzas navales no ha sido ni siquiera considerada en un estudio preparado por el Pentágono sobre control de armamentos, en cuya elaboración se tardaron varios meses, a pesar de que el propio Bush pidió que se considerara. Trost, un antiguo capitán de submarinos nucleares, ha explicado la posición de la Marina norteamericana incluso en la URSS, que visitó recientemente. En un discurso pronunciado en la escuela naval de Leningrado, el almirante norteamericano declaró abiertamente que la misión de la Marina de EE UU no consistía exclusivamente en actuar como poder disuasorio de los soviéticos sino que su función era también facilitar apoyo logístico a las fuerzas norteamericanas en los conflictos regionales. Trost manifestó que, en su opinión, cualquier intento de limitar la presencia naval nortemericana en el mundo iba "en contra del derecho internacional aceptado en relación con la libertad de navegación".

Sin embargo, la realidad de los acontecimientos ha hecho preparar al Pentágono unas tímidas sugerencias que Bush podría presentar a Gorbachov, como, por ejemplo, la notificación previa y observación mutua de ejercicios navales.

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