Praga era una fiesta
Praga se convirtió anoche en una fiesta. Una explosión de júbilo estalló por toda la capital cuando se supo la caída de los popes comunistas y, sobre todo, del autoritario Milos Jakes.Los praguenses recorrieron las calles con pancartas e insignias con los colores rojo, azul y blanco de la bandera checoslovaca. Hasta la policía, haciendo ya caso omiso de manifestantes y del clamor contra el réginien comunista, se sumaron a las celebraciones de esta victoria popular.
La oleada de protestas se expandió esta semana como un reguero de pólvora por el país. Desde la frontera austriaca-checoslovaca, donde los funcionarios de aduanas sonreían al ser preguntades sobre la situación en el interior, sin reprimir la alegría por lo que ocurre, hasta la capital, Praga, centro de las protestas, gente de todos los pueblos celebran ya la victoria del pueblo checoslovaco.
Cientos de personas llegaban la pasada madrugada de todos los rincones de Checoslovaquia para participar en esta enorme fiesta en que se ha convertido la revuelta contra el régimen comunista en el poder.
Bratislava, capital de Eslovaquia, y ciudad natal del carismático Alexander Dubeck, era en la madrugada de ayer una reunión perpetua, Niños, jóvenes y mayores conversaban, fumaban, bebían y comentaban la novedad.
Los carteles contra Jakes, contra todo el buró político del Partido Comunista Checoslovaco (PCCh) y contra el régimen en general pendían de las fachadas de las casas. La protestas ya son públicas. Ha desaparecido el miedo.
La oposición al régimen general entre la población pero silenciosa hasta hace poco mas de una semana, ha tomado las calles de las ciudades checoslovacas. Ya nadie habla en voz baja.
A las tres de la rnadrugada, un restaurante de la autopista de Praga cercano a Brno no daba de sí para acoger a tanto joven de camino hacia Praga. Brindaban, saltaba la espuma, de las jarras, gritos por Dubcek, alegría, signos de victoria y más alegria.
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