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Ambarzumov: "Creo que el comunismo jamás existirá"

El experto soviético en economía socialista piensa que el régimen checoslovaco tiene los días contados

Evgueni Ambarzumov está tan convencido como lo estuvo su admirado Artur London en los negros años cincuenta checoslovacos de que la verdad vencerá. La verdad para este economista estrella del nuevo firmamento soviético es, en estos momentos de turbulencia política en el Este, que "el comunismo jamás existirá". A sus 60 años, Ambarzumov también cree que Mijail Gorbachov y su perestroika no mienten. En medio de los preparativos del viaje del presidente soviético a Italia, a finales de mes, en los que participa activamente con su fluido italiano, Ambarzumov asiste en Madrid a la Conferencia Internacional sobre Política Exterior Soviética que ayer se inauguró en el hotel Velázquez.

Su mirada tranquila, directa, se alía con una mente habituada a analizar un entorno traumático. Desde la dirección del departamento de Política e Ideología del Instituto de la Economía del Sistema Socialista Mundial, Ambarzumov proclama a los cuatro vientos el fin de esa quimera que tan cara le ha salido a su país y a los que por él se vieron conquistados: la exportación, por la fuerza de las armas si era necesario, de la revolución socialista.Es evidente que Gorbachov ha creado escuela, ¿o será que la escuela le ha creado a él? Ambarzumov es, como el líder soviético, un centrista consumado, un prudente andante poco dado a las carreras. No lo ha dicho en la entrevista, pero podría haber repetido las palabras pronunciadas días atrás en Moscú por Leonid Abalkin, viceprimer ministro para Asuntos Económicos: "Dejemos que los conservadores y los radicales se enfrenten entre sí y, mientras tanto, nosotros seguimos adelante con nuestro trabajo".

Pregunta. ¿Quién inventó la perestroika?

Respuesta. Es un producto soviético. Antes incluso de que Gorbachov llegara al poder ya había enraizado en la sociedad la sensación de crisis, la conciencia de la gravedad de los problemas. Durante el mandato de Yuri Andropov (noviembre de 1982-febrero de 1984) se era consciente de la necesidad de acelerar la transformación de la sociedad. Recuerdo, y esto es algo desconocido en Occidente, que dos o tres meses después de la muerte de Leonid Breznev, Andropov ya había diseñado un plan para cambiar radicalmente la política internacional de la URSS, plan que preveía la retirada de Afganistán, la reconciliación con China y el acercamiento a Occidente. Su proyecto topaba con las resistencias del viejo Politburó, por lo que se propuso ir paso a paso, pero no tuvo tiempo. A finales de agosto caía mortalmente enfermo.

P. ¿Hasta qué punto la transformación de Europa oriental responde a un diseño soviético?

R. No creo que existiera un diseño preelaborado, sino sólo la idea de lo que debería ser Europa en el futuro: una casa común. Por supuesto, Gorbachov es consciente de la necesidad de implantar reformas en los países socialistas y de su irreversibilidad.

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P. Sin duda son buenas noticias para él.

R. Por supuesto, son noticias sustancialmente positivas, aunque quizá algunas de las cosas ocurridas han tomado por sorpresa incluso a Gorbachov.

R. No puedo decirlo detalladamente, pero no cabe duda de que nadie había previsto que serían defenestrados todos o casi todos los viejos líderes. Por supuesto, para nuestra perestroika es más interesante tratar con gente nueva, afín a nuestros dirigentes. Pero creo que no podía esperarse una aceleración tan profunda del proceso reformista.

Problemas comunes

P. ¿Y por qué tan rápido?

R. En primer lugar, porque los problemas son comunes. Con todas las diferencias específicas de cada uno de los países, en todos se había llegado a un callejón sin salida. En segundo lugar, porque en esta época, al contrario que en las anteriores, todo está interrelacionado. Vivimos, efectivamente, en una aldea glóbal. Es por ello grotesca la pretensión de Nicolae Ceaucescu de que Rumanía permanezca al margen e intente en cambio, consolidar su poder personal. Con ello no demuestra sino su temor a encontrarse en la víspera de su propia caída.

P. ¿Y en Checoslovaquia?

R. Los días del régimen están contados. Existe un abismo profundo entre el grupo gobernante y el pueblo. Las manifestaciones lo confirman. La violencia de que hace gala el régimen no hace sino acelerar su derrumbamiento.

P. ¿En Cuba?

R. Es un país que no conozco, pero creo que todos los países socialistas deben transformarse, superar el conflicto entre los dos bloques y sistemas, tener más en cuenta las necesidades cotidianas de la persona humana, saber que no sólo de pan vive el hombre, que es imprescindible la libertad, un valor que el marxismo-leninismo consideraba secundario. Los acontecimientos de la República Democrática Alemana lo han demostrado. La gente vivía relativamente bien, pero les faltaba la libertad.

P. El terremoto que sacude a Europa oriental podría acarrearle problemas a Gorbachov, ¿no?

R. Dos concretamente. El primero, que la reforma económica, el acercamiento al mercado mundial, traerá consigo una cierta erosión de los vínculos económicos con la URSS. El segundo, que todos estos países pretenderán que retiremos nuestras tropas. No digo que seamos contrarios a ello; a la larga, estamos a favor de este paso. Pero el proceso no debe trastocar el sistema de equilibrio reinante en Europa y en el mundo. En mi opinión, el objetivo final debe ser el desmantelamiento de la estructura militar de ambos bloques, pero ha de ser paralelo y simétrico.

P. ¿Cree que Gorbachov hará alguna propuesta al respecto en la cumbre con George Bush?

R. Se intentara dar pasos audaces en la reducción de armamentos.

Una Europa transparente

P. ¿Se llegará al punto de proponer la disolución de la OTAN y el Pacto de Varsovia?

R. No creo que Europa y el mundo estén preparados ya para ello. Se debe avanzar poco a poco, con pasos sucesivos. No hay que olvidar que en la mente de los occidentales la URSS sigue representando una amenaza. Estoy convencido de que las propuestas que formule Gorbachov en Malta echarán definitivamente por tierra esos temores, demostrarán que ha renunciado conscientemente a los viejos proyectos de socializar el mundo. Hay que crear una Europa transparente por dentro y abierta hacia afuera, incluido Estados Unidos, que también forma parte, como la URSS, de la cultura europea.

P. ¿La apertura del muro de Berlín implica una pronta reunificación alemana?

R. No por ahora, aunque será inevitable. Pero no se debe forzar el ritmo. Primero, porque todo apunta a que la mayoría de los alemanes, en ambos países, desean conservar su Estado. Segundo, porque el mundo teme una Alemania excesivamente fuerte.

P. ¿Qué papel les cabe desempeñar a partidos comunistas tales como el PCI, en el nuevo proyecto europeo?

R. La transformación del movimiento comunista es natural. No se puede mantener la misma posición en una sociedad que se transforma, más opulenta, más satisfecha. La dinámica clase contra clase, partido contra la sociedad, debe superarse. Pero, que creo que la idea del socialismo se pierda como valor, porque siempre existirá la aspiración a una sociedad más justa.

P. ¿Y qué me dice del comunismo?

R. Estoy convencido de que la izquierda seguirá existiendo siempre, pero ello no es óbice para que por fin caigamos en la cuenta de que el comunismo como objetivo final no es más que una utopía. En mi opinión, el comunismo jamás existirá. Y es mucho más razonable reconocerlo y distinguir entre socialismo y comunismo.

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