El Sínodo de la Iglesia Anglicana, a favor de las mujeres sacerdotes
La Iglesia de Inglaterra dio ayer el primer paso hacia la ordenación de mujeres sacerdotes tras un cargado debate en el que se recurrió a argumentos apocalípticos. Algunos obispos anunciaron que les resultará difícil acatar la norma y sembraron la duda de la escisión. La cautela de Robert Runcie, primado y arzobispo de Canterbury, al decir que aceptaba que se discutiera la medida sin estar seguro de la conveniencia de la ordenación de mujeres, pero creyendo que la lógica del debate teológico hace inevitable el sacerdocio femenino, fue respondida con una mayoritaria votación del Sínodo General a favor de las mujeres.
La discusión de la conflictiva propuesta por el parlamento de la Iglesia de Inglaterra, que comenzó ayer y concluirá mañana, con el día de hoy dedicado a serenar unos ánimos caldeados por una modificación de la ley canónica que es "una receta para el desastre y por el desorden", según el obispo Noel Debroy. "¿Puede la Iglesia estar dispuesta a colocar a los obispos en situaciones insostenibles?", se preguntó Debroy, después de suscribir lo que había manifestado el seglar Stuart Wilson, para quien, "en vez de conseguir un consenso vamos hacia la división interna". Tras la votación, el obispo de Portsmouth, Timothy Bavin, dijo que para él será muy difícil seguir al frente de la diócesis si ha de ordenar a mujeres.La holgura de la votación fue una sorpresa, en especial en lo relativo al tercio de los obispos, que se pensaba era más reticente al cambio y que, a la postre, acabó dando su aprobación por 30 votos contra 17. Los sacerdotes lo aprobaron por 149 a 85 mientras que 144 seglares lo aceptaron frente a 78 que lo repudiaron. Para seguir adelante, la medida necesitaba el visto bueno de la mayoría simple de las tres cámaras.
Enigmático
Runcie, calificado de blando por quienes quieren una mano firme al timón de la caótica y centrífuga Iglesia de Inglaterra, inició el debate señalando que seguía indeciso sobre la cuestión de principio, aunque era partidario de que el tema se discutiera en las diócesis. "Votaré a favor", había dicho antes de apuntar enigmáticamente: "Considero que las diócesis pueden darnos una sorpresa".La propuesta va a ser discutída ahora en las 43 diócesis del país, donde las cámaras de clérigos y laicos han de aprobarla por mayoría antes de devolverla al Sínodo General, probablemente, en 1992. Será entonces cuando la ley requiera la aceptación de los dos tercios de cada una de las tres cámaras, mayoría que se rozó ayer y que es muy posible pueda lograrse al cabo de los dos venideros años de discusiones.
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