_
_
_
_
Tribuna:HACIA UNA EUROPA SIN FRONTERAS / 1
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Transición sin traumas

El autor sostiene que el peligro que en la actualidad amenaza a Europa no es el monolitismo, sino la desintegración del Este, lo que exige respuestas innovadoras e imaginativas del continente en pleno. La consolidación política de la unión de los doce, con la convergencia del Reino Unido y Francia, y la progresiva ampliación de esa unión hasta englobar a los países orientales es uno de los factores más importantes para facilitar la transición sin traumas.

La idea de celebrar en Budapest los días 11 y 12 de noviembre una reunión de vicepresidentes de consejos y ministros de Asuntos Exteriores que, formalice una serie de relaciones entre Austria, Italia, Hungría y Yugoslavia no surgió de improviso; es el resultado de reflexiones y consultas en curso desde hace tiempo que, aunque se vean hoy urgidas por los apremiantes acontecimientos que se dan en el corazón de Europa, veníamos realizando en numerosos encuentros de índoles política y técnica con los países participantes.Cuarenta y cinco años después de Yalta, el fracaso del modelo colectivista vuelve asumir al centro de Europa en una crisis; una crisis que, con características y por motivos diferentes, involucra a los dos países de los que partieron los dos grandes conflictos bélicos de este siglo: Polonia y Yugoslavia. Hemos leído en estos días acerca de reiterados paralelismos con lo acaecido en agosto de 1914. No sé si son plenamente exactos. En agosto de 1914 se enfrentaban dos formaciones de fuerzas pares, y precisamente la paridad y la necesidad de aprovechar el factor tiempo había iniciado una incontenible reacción en cadena de hechos.

Disgregación

Hoy también subsiste, entre las alianzas que se cotejan en Europa, una situación de paridad en la cual la amenaza inminente no es el holocausto. Por suerte, Europa está, en cambio, alejándose progresivamente de un orden impuesto por la Segunda Guerra Mundial que Aron sintetiza en la ecuación paz imposible, guerra improbable". Europa está concretando una seguridad que no se basa ya exclusivamente en los aparatos militares.

El riesgo actual es otro; no nace del monolitismo, sino de la disgregación del. bloque oriental, y ello nos impone respuestas distintas de aquellas a las que estábamos acostumbrados. Ante el espectáculo extraordinario e inquietante a la vez que ofrece el Este europeo, el problema consiste en controlar sin traumas una transición que es, para unos, esperanza de supervivencia, y para otros, certidumbre de desaparición. ¿Cómo hacer para organizar la existencia de regiones que descubren casi súbitamente que son patrias y la de otras que, como la República Democrática Alemana, se hallan en crisis porque no lograron ser tales?

He dicho en más de una ocasión que este proceso puede ser mantenido según pautas establecidas, acelerando la unión política del núcleo robusto de los doce -lo que significa que Francia y el Reino Unido deben converger cabalmente en Europa- y ampliando simultáneamente la integración hasta incluir, en tiempos, grados y formas diversos, los países de la otra Europa.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Si bien se ha discutido alguna vez si el comunismo de. la Unión Soviética era la negación violenta de su identidad o incluso de su religiosidad o era más bien la consecuencia inevitable de una tradición autocrática e imperial, nosotros siempre consideramos la Europa medianera, a todo efecto, como parte del Occidente. Por ende, no podríamos mirar con prudencia excesiva o generosidad retaceada su intento de volver a ese Occidente del que fuera raptada.

Europa central, que, de no ser así, puede transformarse en tierra portadora de desórdenes más generales, debe, en cambio, ser un lugar de cohesión económica, social, cultural; un modelo de coexistencia. La preponderancia de esta opción está vinculada asimismo a un papel preciso de Italia en sus fronteras nororientales. Debemos contribuir a estabilizar esa Europa que Milan Kundera definió políticamente Este, geográficamente Centro y culturalmente Oeste, de suerte que se evite que la evolución se vuelva un desastre, que los nacionalismos se conviertan en separatismos o, peor aún, en terrorismos.

Papel puente

La iniciativa cuadrangular nace en el momento en que Austria presenta oficialmente su candidatura a la CE, por lo cual deberá revisar su papel tradicional de puente entre el Este y el Oeste; Yugoslavia -desde siempre, el modelo más anómalo del universo comunista- encara la tarea de salvaguardar, por un lado, el pluralismo político y económico, y por otro, su propia unidad; Hungría procura afianzar y sostener externamente una revolución pacífica que culminará el año venidero en las primeras elecciones libres del Este.

Naturalmente, el plan de colaboración cuadrinacional deberá definirse en los próximos encuentros, empezando por el de la capital húngara. Por consiguiente, es prematuro anticipar sus características y modalidades. Las intenciones italianas prevén que se inicie una cooperación orgánica en los sectores industrial, científico y técnico, así como en los de transportes, telecomunicaciones, medio ambiente y cultura, instituyendo reuniones periódicas de los ministros correspondientes y/o de funcionarios de nivel menos elevado.

Hay que señalar ante todo dos límites precisos de la iniciativa cuadrangular.

1. No tiene un carácter centrífugo respecto del sistema de alianzas y de asociación de los cuatro países (en nuestros contactos dentro de la Comunidad y la Alianza Atlántica se nos ha alentado a proseguir por este camino).

2. No quiere sustituir objetivos más ambiciosos pero lejanos, como el de la adhesión a la Comunidad Europea o la construcción de la casa común europea.

La adhesión a la Comunidad es un proceso muy complicado, y no veo, al menos en lo que resta del siglo y salvo tal vez el caso de uno o dos países, de qué manera podrían añadirse otros partners a los doce, comprometidos en un proyecto político y económico de alcance tan grande. Por eso estamos trabajando para definir formas de asociación muy estrecha que eviten una adhesión total.

Autodeterminación

En la República Democrática Alemana, el anhelo de libertad se tornó en una especie de autodeterminación itinerante que impulsó e impulsa a muchos ciudadanos a abandonar su país. Esperamos que los últimos sucesos internos, debidos a una toma de conciencia y a una expresión colectiva de expectativas ya no dilatables, sean el preludio a una postura de Berlín Este que esté en consonancia con el tan cambiado clima europeo, tanto en el Este como en el Oeste. Creemos, como lo ha afirmado en reiteradas oportunidades el Gobierno de Alemania Occidental, que es menester examinar la cuestión alemana pensando en la evolución general de las relaciones entre ambas Europas, pero que, de todos modos, se necesitan desde ahora mismo más libertades en el interior y más contactos con el exterior. La relación entre las dos Alemanias podría también llegar a ser así un ejemplo de complementariedad regional que deje indeterminadas las salidas del futuro, pero contribuya a estabilizar el presente. Digo esto porque una reconstrucción de Europa centromeridional en la que no participe la República Federal de Alemania podría resultar insuficiente. En realidad, Alemania Occidental está proyectada actualmente hacia otras prioridades (Alemania Este, Polonia), y, como quiera, la acción comunitaria es el cauce en el cual, sin perjuicio del plano de las relaciones bilaterales, puede coadyuvar a estabilizar la región danubiana.

Glanni de Michefis es ministro de Asuntos Exteriores de Italia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_