Un teólogo próximo al Papa define el uso de la píldora abortiva como "una guerra química contra inocentes"
La subsecretaria del Ministerio de Sanidad italiano, la socialista Elena Marinucci, se ha empeñado en propiciar el uso en Italia de la píldora abortiva francesa RU-486, creada por Etienne E. Baulieu, que facilita el aborto de una mujer sin intervención quirúrgica. La postura de Marinucci ha desatado las iras del Vaticano y de los grupos antiabortistas, que han definido esta actitud como "una guerra química contra los inocentes" y han calificado al polémico fármaco como la "píldora de Satanás". Esta píldora sólo se distribuye de forma oficial en Francia.
En la polémica ético-política desencadenada por la feminista Marinucci, célebre por otras muchas batallas en Italia a favor de los derechos de la autodeterminación de la mujer, han intervenido ya todos: Juan Pablo II, los teólogos vaticanos, la Conferencia Episcopal y los movimientos católicos antiabortistas.El papa Wojtyla, aunque sin pronunciar el nombre de la píldora "diabólica", ha intervenido a las pocas horas de haberse conocido la intención de la subsecretaria socialista y ha invitado a los católicos a "resistir a cuantos están minando", dijo, "los principios éticos en el campo de la familia, en el respeto a la vida y al niño ya concebido", y añadió que "nadie puede declararse dueño del derecho de un niño a nacer".
En cuanto a la píldora de la discordia, el teólogo cercano a las posturas del Vaticano y amigo de Juan Pablo II, Elio Sgreccia, director del Centro de Bioética de la universidad Católica del Sagrado Corazón, la ha definido como "una guerra química contra inocentes". Más aún, ha afirmado que "viola las declaraciones internacionales que prohíben la tortura sobre los seres humanos", porque, según el teólogo conservador vaticano, en el caso de que la píldora no funcione hay que acudir después a la intervención quirúrgica. De cualquier modo, ha señalado Sgreccia, es siempre "una tortura al útero femenino".
Píldora satánica
Por su parte, el denominado Movimiento por la Vida, que años atrás había promovido y perdido un referéndum popular para abrogar la ley del Parlamento que introdujo en Italia el aborto libre y gratuito, ha amenazado con promover una objeción de tipo fiscal contra la introducción de la "píldora satánica".
La Conferencia Episcopal ha calificado la hipótesis de Marinucci como una "propuesta aberrante" y ha afirmado que está dispuesta a apoyar la campaña de objeción fiscal planteada por el Movimiento por la Vida.
Sin embargo, la activa subsecretaria no se ha dejado impresionar. Lo que le ha dolido es que su ministro, el liberal Francesco di Lorenzo, no creyente, se haya atemorizado ante las presiones eclesiásticas: "De él, ha dicho, no me lo esperaba", aunque ha añadido que está segura de poder convencerlo para su causa.
Otro disgusto le ha llegado desde Francia, donde la empresa farmacéutica Roussel Uclaf, productora de la píldora abortiva ha respondido a las gestiones de Marinucci diciendo que no están dispuestos a comercializar en Italia dicho producto, y han afirmado: "Ustedes no dan garantías suficientes". El temor de los farmacéuticos franceses es que en Italia pueda adueñarse del producto la Mafia para venderlo en el mercado negro.
El problema de fondo es que, según la ley del aborto itataliana, esa píldora no podría venderse en las farmacias. Debería ser suministrada sólo por el médico en el hospital. Según Marinucci, si se introdujera el uso de la píldora abortiva en Italia, todo sería más económico y menos traumático para la mujer.
A la objeción de que aún no se conocen bien los posibles efectos colaterales de dicha píldora, la feminista ha respondido diciendo que en Francia se administra desde hace más de un año, que la han usado 35.000 mujeres sin ningún problema y que antes de admitirse su uso oficialmente la píldora RU-486 fue experimenta da durante mucho tiempo. Marinucci señaló también que estaba a punto de aceptarse el uso de esta píldora en el Reino Unido en Holanda. "No entiendo", matizó, "por qué se les debe prohíbir a las mujeres italianas lo qu otros Gobiernos permiten a las francesas o a las inglesas".
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