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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fresca y nueva

El festival de Jazz de Madrid cogió vuelo en su primer concierto en el San Juan Evangelista; el trío de Iñaki Salvador presentó un serio trabajo en torno a estándares y la cantante Cassandra Wilson, en su primer recital en España, aportó el refrescante y sólido mensaje de las novedades.lñaki Salvador puede representar a la nueva generación de jazzistas que empieza a madurar en Barcelona en torno al taller de Musics. Vencedor del concurso del festival de Getxo, Salvador se presentó en Madrid con Jordi Gaspar, que cubría la baja del contrabajista Mario Rossy, y el baterista habitual, Marc Ribalta. En su concierto hubo momentos brillantes y cuanto expone parece guiado por una seriedad que garantiza que van a seguir haciendo música.

10º Festival de Jazz de Madrid

Iñaki Salvador Trío y Cassandra Wilson Trío. Colegio Mayor San Juan Evangelista. Madrid, 30 de octubre.

La reina

Pero se esperaba a la reina de la noche; y lo fue. ¿Aparecería con vestido y tulipán blancos como en la portada de Blue Skins? ¿Vendría la vanguardista de Point of view? Peinado rasta y ténue africana, Cassandra Wilson compareció como hija de su momento en este siglo (Mississippi, 1955). No penséis en Bessie, ni en Billie, ni en Sarah, ni en Carmen. Betty Carter y Abbey Lincoln están en su árbol genealógico, pero, sobre todo, Cassandra Wilson es un músico de los años ochenta.

Hija de contrabajista, estudió piano, comunicación de masas y guitarra, cantó folk y blues y en su formación y ejercicio están las más variadas corrientes de la música negra de nuestros días. En Nueva York se asoció a los leones de la nueva vanguardia (Steve Coleman, Graham Moncur III, Jean Paul Bourelly, Henry Threadgill...) con los que cantó y grabó. A Madrid venía con el trío que desde 1988 la acompaña en su giras y su trabajo -Cassandra, instrumentista de su voz- hace reconocible a un majestuoso cuarteto.

A lo largo del concierto, Cassandra pudo pasar del cante africano (anunciador de una libertad que no se repetiría) a Round Midnight; y del centro del blues a las orillas del soul. Materiales diversos, pero que no son presentados como una sucesión de destrezas (como puede patentemente suceder en el caso de Dee Dee Bridgewater), sino que todo lo que hace encuentra coherencia en la unidad de su personalidad... en construcción. Rod Williams es un buen pianista que no deja de serlo cuando ataca con impecable mesura los teclados electrónicos; Kevin Harris, un bajista que debe y sabe hacer líneas de vientos en los unísonos con la cantante; y Ark Johnson, uno de los más eficaces bateristas de la última oleada. En su recital pudo sentirse uno de los bancos de pruebas de los que surgirán las nuevas tendencias de los años noventa.

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