_
_
_
_

El erotismo a través del lenguaje

Debate sobre el discurso erótico en la cultura ibérica, en un seminario internacional en Holanda

Isabel Ferrer

El erotismo como expresión de una experiencia amorosa a través del lenguaje y la pornografía con su carga violenta de dominación del cuerpo recorren la literatura peninsular en español y portugués en una suerte de aventura que arrastra personajes a veces antagónicos , separados por su condición social y sobre todo poor la calidad de su producción literaria .Esta semana se han discutido en Utrecht (Holanda) diversos temas relativos al erotismo en la literatura española desde la Edad Media hasta nuestros días, en el seminario Discurso erótico y discurso transgresor en la cultura peninsular.

Grandes poetas eróticos, porque carnalizaban la experiencia amorosa del alma en su búsqueda de Dios, fueron los místicos Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Erotismo a raudales brota de la frase de Stendhal -"no era hermosa, era peor"- que el autor dedica a la Sanseverina, la protagonista de su obra Rojo y negro, enamorada sin remisión de Julián Sorel. "Una mujer que es seguramente la más seductora de la historia de la literatura porque cualquier experiencia con ella debía suponer la perdición", según la escritora Ana María Moix.Erotismo sofocante como pocos es el que ofusca a Ana Ozores, La Regenta, de Leopoldo Alas Clarín, porque supone la expresión directa de una pasión necesitada de diálogo que a ella, una dama, le estaba vedado. Con este libro capital podría trazarse una' de las líneas divisorias entre discurso erótico y pornográfico, dedicado este último a describir la atracción del cuerpo y el sexo para entretener al lector, pero ello sin provocar ningún cambio o malestar ideológico que nutra un debate sobre el poder y la dominación. "Porque en literatura la pornografía significa violencia ejercida contra el cuerpo femenino, que aparece vencido, y un silencio así no subvierte el orden establecido", en palabras de Iris Zabala, catedrática de Literatura Española de la universidad de Utrecht y organizadora junto al Instituto de Español de su universidad y la Embajada de España en La Haya del seminario Discurso erótico y discurso transgresor en la cultura peninsular, clausurado el pasado miércoles en la Casa de España de Utrecht.

El Sabio obsceno

Un autor pornográfico y hasta obsceno y blasfemo fue el rey Alfonso X el Sabio, cantor de Santa María y responsable de poesías que no generan deseo pero vulneran cualquier texto esperado de un monarca tan erudito. En algunos de sus versos, la obscenidad y la blasfemia de los actos sexuales que él mismo realizaba con jóvenes prostitutas en Viernes Santo convierten en sátira pueril otras obras del cancionero medieval galaico-portugués, según se desprende de la intervención del profesor Perfecto Cuadrado, de la universidad de Mallorca.

En alguna de ellas, jóvenes recién casados escribían a las abadesas pidiéndoles su experto consejo para no quedar mal con sus esposas la noche de bodas. Uno de los momentos más brillantes y divertidos del seminario lo protagonizó el propio Cuadrado al leer en portugués las cantigas de escarnio y mal decir frente a un público que se miraba entre asombrado y gozoso. -

La burla portuguesa que alcanza a la cleresía, frailes y monjas ofrece una visión menos oscura de la Edad Media y muestra que la vulneración del poder establecido es un problema tan histórico como el lenguaje. "Frases que ahora resultan de mal gusto no lo eran entonces, y las hazañas de esta galería de espectros enclaustrados tiene en realidad una carga lírica desconocida en el resto de la Península".

Ello, quizá, porque el mito del español como idioma que se presta más a la procacidad que a la dulzura está muy arraigado. Así lo afirmaría Rosa Rossi, de la universidad de Roma, novelista y traductora, que sin embargo reconoció en Utrecht sus problemas para verter al italiano la obra Paradiso, del autor latinoamericano Lezama Lima, llena de matices de difícil traslación. "Sin duda el lenguaje erótico resulta más auténtico cuando huye de lo explícito, de la realidad concreta que lo provoca", respondería Iris Zabala, "y en América Latina, donde hay una mayor represión histórica, el lenguaje es más erótico".

Si el erotismo en la literatura propicia el uso del lenguaje como forma de placer y comunicación, apartados como la homosexualidad en la literatura española no han sido aún asimilados por los lectores.

La homosexualidad latente en las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes está aún por estudiar y la asumida y hasta manejada como un arma arrojadiza o "transgresora" no llega hasta el siglo XX con Lorca o Cernuda.

Tampoco de la visión femenina de la sexualidad existen demasiados ejemplos en España y sin embargo aparece en la literatura occidental en el siglo XIX y cuenta con autoras tan célebres como Georges Sand. Sin olvidar la moralidad absoluta del franquismo, que fomentó juegos de palabras que no resultaban eróticos sino procaces. Que no eran, por tanto, peligrosos, porque no modificaban el discurso político al ser incapaces de generar un deseo motor de libertad, sino sólo la satisfacción del lector.

En este punto, los asistentes se enfrascaron en una discusión sobré los pretendidos valores "transgresores" del Nobel Camilo José Cela. En realidad, sus obras resultan muy procaces, dijeron, pero no modifican ningún equilibrio de poder.

El juego del silencio

"En la novela moderna hay más sexualidad que erotismo porque los autores no saben crear un clima apasionado, secreto y que juegue al silencio", decía Ana María Moix en una de las sesiones de este seminario, para apoyar luego su argumento en un pasaje de Ana Karenina, de Leon Tolstoi, donde el novelista ruso escribe una llama que se extingue en un pasillo explicando así, sin nombrarlo, el fracaso sexual del matrimonio Karenin en su dormitorio.Cuando la autora catalana iba a abordar el campo de tenis de los Finzi Contini, que Giorgi Bassani empleó como metáfora del lecho de pasión donde los jóvenes amantes no podían encontrarse, un espectador levantó la mano.

Agitado y algo desafinado, el hasta entonces silencioso oyente dijo: "Una exposición muy bella, sin duda; pero yo no creo que pueda haber erotismo sin una descripción muy explícita. A mí, por ejemplo, me erotizaría mucho más ver las piernas de la oradora mientras nos explica todos estos misterios literarios tan desencarnados".

Visiones

Risas generales, liberadoras, nerviosas y quizá culpables surgieron entre un auditorio ya convencido de que el erotismo es un engaño magistral del autor por el que el lector cree que "la visión que no ha visto en realidad le ha cegado por su fuerza", según dijo Ana María Moix.

La hilaridad duraría poco, y académicos, estudiantes y profanos llegados esta semana a la Casa de España de Utrech continuarían profundizando con un rigor muy académico en el erotismo, como el motor del arte, y en la pornografía, como, repetición de lo que sucede en realidad pero incapaz de aportar a la obra categoría literaria.

La aportación de géneros como el cuplé, el bolero y el tango llegaría al final y, con ella, la división de los espacios de socialización del erotismo. La noche y la bohemia asociada al teatro fueron el lugar de triunfo del cuplé.

La expresión libre de sexualidad del tango y la algo más velada sensualidad del bolero cambian a medida que dejan la taberna por el salón burgués. En éste, la luz del día será el escenario para la madre de familia y el trabajo y quizá también para la pornografía, pero sólo si la contemplan ojos masculinos.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_