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La guerrilla salvadoreña y el Gobierno de Cristiani hablan de paz por segunda vez

Antonio Caño

El convento de las hermanas clarisas de Moravia, una ciudad satélite de San José de Costa Rica, acoge desde ayer a representantes de la guerrilla y del Gobierno salvadoreños en la segunda y decisiva fase de un diálogo que trata de poner fin a la guerra civil más larga que haya conocido la historia centroamericana. El esfuerzo, respaldado personalmente por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, nace en un ambiente de realismo y optimismo, pese a la hostilidad manifiesta de un sector del Ejército.

Óscar Arias no ha dejado pasar la oportunidad de demostrar la justeza de su premio Nobel. Antes del comienzo de las reuniones cara a cara, Arias se entrevistó por separado con los representantes del Gobierno, del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y de los observadores internacionales, entre los cuales destaca en esta ocasión la presencia de un representante del Papa, el secretario de la nunciatura apostólica en San José, el español Vicente Juan Segura.Arias animó a las dos partes a silenciar las armas y afirmó que en este proceso de diálogo salvadoreño, iniciado el pasado día 13 de septiembre en México, "no hay ni vencedores ni vencidos". 'Tos únicos vencedores serán los que firmen la paz", dijo. .

Presencia militar

La delegación gubernamental está encabezada por los ministros de Justicia, Óscar Santamaría, y de la Presidencia, Juan Martínez Varela. Pero la novedad más importante de la parte oficial es la presencia, como asesores de la delegación, de dos altos oficiales en activo de las fuerzas armadas.El jefe de la representación rebelde, el comandante Joaquín Villalobos, destacó ayer al respecto que los militares no quisieron acudir al diálogo de México, se quedan en el pasillo en Costa Rica y, probablemente, aceptarán ya sentarse en la mesa en la siguiente ronda negociadora.

Los oficiales que acudieron a San José representan lo que en El Salvador se llama la línea norteamericana, es decir, el grupo de oficiales moderados que sabe que, en estos momentos, la continuación de la generosa ayuda militar de Estados Unidos depende de una actitud abierta en la búsqueda de una solución negociada del conflicto que dura ya casi una década y ha costado 70.000 vidas.

No todo el Ejército salvadoreño respalda, sin embargo, esa visión. El sábado pasado, en un acto público celebrado en presencia del presidente Alfredo Cristiani, el jefe de la fuerza aérea, general Rafael Bustillo, se atrevió a llamar "politiqueros baratos" a los integrantes de la delegación gubernamental en San José y a opinar que la guerrilla era un toro herido al que habría que darle ahora la puntilla.

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Nada parece más lejos de la realidad. Hace apenas tres semanas, el FMLN lanzó una de las más violentas ofensivas militares de los últimos meses y demostró que, como dijo ayer el comandante Shafick Handal -número dos de la representación guerrillera-, "si no hay diálogo, habrá guerra".El FMLN parece, en todo caso, verdaderamente interesado en un proceso de negociación que ponga fin a la guerra y permita una mayor democratización en El Salvador. "No demandamos garantías para los combatientes y militantes del FMLN, lo que buscamos son acuerdos políticos para la efectiva democratización del país", afirma el manifiesto de la organización guerrillera en el que se anuncian las próximas propuestas a presentar en esta mesa de negociaciones.

Propuestas rebeldes

El FMLN trae en cartera una serie de medidas para conseguir reformas constitucionales: la autodepuración de las fuerzas armadas, el cese de la represión, la profundización de las libertades democráticas, la reforma del sistema judicial, reformas económicas y el cese del fuego.Además pretende un adelanto de las elecciones, que deberían celebrarse en 1993, que el nuevo Gobierno salvadoreño sea fruto de un posible acuerdo de paz, y que sean procesados los responsables del asesinato de monseñor Arnulfo Romero y los creadores de los escuadrones de la muerte.

El papel de la Iglesia, como en casi todos los acontecimientos salvadoreños, será aquí clave.

El obispo Rosa Chávez, principal mediador en el diálogo, pronosticó con realismo que si se consigue en Costa Rica convertir el proceso de diálogo en un proceso irreversible, se habrá dado un paso definitivo hacia la paz. Pedir más, pedir un alto a la guerra ya, sería utópico.

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