Gato por liebre
En Brasil, la riqueza tiende a concentrarse en el sur del país mientras los habitantes de las regiones norte y noreste se quejan de estar abandonados a su suerte. Sin embargo, tienen la música. Porque en sus tierras, lejos de los dominios del samba, han nacido los más variados y arrolladores ritmos: frevo, xote, baiao, forró... Un auténtico hervidero de trepidantes fórmulas rítmicas cuyos instrumentos básicos son el acordeón o sanfona, el triángulo y el bombo o zabumba.
A lo largo de esta década se han seguido produciendo, sobre todo en Bahía, mezclas explosivas de géneros africanos y caribeños (reggae, cumbia, merengue, soca ... ) que suministran el combustible necesario para poner en marcha cualquier baile. Uno de esos estilos mixtos, sin duda el más famoso de estos últimos años, es la lambada.
Pero el término viene de antiguo. Procedente de Madagascar, en 1930 ya existía en la ciudad de Belem, en la desembocadura del Amazonas. Era baile de las clases bajas y habría sido prohibido por su supuesta obscenidad. Hace cuatro años volvió a verse en los bailes populares del noreste, los de la gente sencilla. De allí bajó a Sáo Paulo donde se puso de moda y se crearon las llamadas lambaterías, locales en los que los jóvenes de buena familia bailan al son de las canciones de Beto Barbosa, Sarajane o Alipio Martins, tres de las principales figuras de la lambada.
La lambada original poco tiene que ver con lo que canta el grupo Kaoma, que no es otra cosa que una canción popular de la cultura andina, una saya titulada Llorando se fue. Kaoma, un grupo creado artificialmente hace solo cuatro meses, ha vendido esta canción como lambada, cuando en realidad el ritmo original del baile brasileño es mucho más rápido, recoge diversas influencias e incorpora pasos de otras atrevidas danzas que posiblemente estén arraigadas en el inconsciente colectivo de los brasileños. Reminiscencia de aquellos bailongos de negros que durante la época colonial escandalizaron a tantos y solazaron a muchos. Sensual es la palabra más utilizada para referirse a la lambada. Los cuerpos se aproximan, vientres y nalgas entran en contacto y las rodillas se insertan entre los muslos del acompañante.
Los expertos aseguran que para bailar lambada basta observar a los que saben, relajarse y, especialmente, compenetrarse con la pareja. Y hay quien incluso ha descubierto su lado terapéutico. Puede ayudar a desbloquear la zona pélvica, cuya tensión revela la represión sexual de cada persona.
La polémica causada por la seudolambada es un caso más de plagio de una canción popular con el objetivo de alcanzar el éxito masivo. Un caso más de dar gato por liebre.
Babelia
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