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El resurgir de Babilonia

Monumental y polémica reconstrucción de la capital del imperio caldeo de Nabucodonosor

Un sueño probablemente utópico del presidente iraquí, Sadam Husein, que busca sus raíces y las de su pueblo en las civilizaciones no persas que dominaron Mesopotamia, ha dado lugar a la decisión, muy discutible desde el punto de vista arqueológico, de reconstruir Babilonia, la capital del imperio caldeo, con los palacios y avenidas e incluso los legendarios jardines colgantes, una de las siete maravillas de la antigüedad.

La puerta y la avenida de los grandes desfiles que Nabucodonosor levantó en Babilonia, 600 años antes de Cristo, a unos 100 kilómetros al sur de lo que ahora es Bagdad, en homenaje a Ishtar, la antecedente en el olimpo caldeo de la Afrodita griega o la Venus romana, viajaron a finales del siglo a Berlín. Allí, en el museo de Pérgamo de la antigua capital alemana, en la actual capital de la RDA, se exhibe aún su exuberante esplendor de mosaicos azules vidriados y fantásticos toros, leones y dragones amarillos.Mientras, en la ciudad imperial mesopotámica, junto al Eufrates, no muy lejos de los santuarios shiíes de Kerbala, Kufa y Najf, en lo que ahora es Irak, el calor y el tiempo hicieron estragos en las estructuras de adobe.

Irak tiene hoy dos grandes enemigos (tres, si se cuenta al "hermano desamparado" sirio). Se trata de Israel e Irán, es decir, de los judíos y de los persas, como en otro tiempo. En el 597 antes Cristo, Nabucodonosor arrasó Jerusalén, puso término a la dinastía de David y mandó al exilio a los principales líderes judíos. Sesenta años más tarde, un rey persa que ha pasado a la historia como Ciro el Grande conquistó, casi sin despeinarse, la capital caldea, la floreciente y hermosa Babilonia. La revancha tardó en llegar más de mil años. Fue el 637 de nuestra era, en Qadisiya, unas decenas de kilómetros al sur de Bagdad (que ni siquiera se había fundado aún). En esa ocasión, los árabes barrieron a los persas, que tardaron muchos siglos en volver a levantar cabeza.

Sadam presenta el conflicto con Irán como la segunda Qadisiya y, en el escenario del antiguo campo de batalla, mandó pintar un gigantesco panorama circular que reproduce el combate. Árabes contra persas, o mesopotámicos contra persas, porque el régimen se esfuerza en enraizar al componente semita que vino del desierto de Arabia en una tierra en la que también dejaron su huella otras civilizaciones.

En Babilonia, Sadam pretende seguir las instrucciones de Nabucodonosor: "Que todo lo que hizo mi mano quede para la eternidad". El antiguo palacio imperial, de 52.000 metros cuadrados, 172 habitaciones y cuatro grandes patios, con muros de 15 metros de alto, está reconstruido casi por completo. Sólo faltan los techos, que se pretende recrear con cedros de Líbano, la madera del recinto original. La avenida de las procesiones, que corre paralela al palacio, ha sido excavada y muestra restos de asfalto del pavimento original. De la puerta de Ishtar queda poco, tan sólo algunos dragones que perdieron el color y el esmalte hasta camuflarse casi en el color del adobe que domina el conjunto. Una nueva puerta se ha levantado en un lugar diferente al que decidió el rey denigrado por la Biblia. Tiene la mitad del tamaño de su precedente y, aunque reproduce sus colores, carece de la patina de los azules y amarillos vidriados auténticos.

Tres colinas artificiales en las que se han plantado palmeras están preparadas para hacer realidad, nuevamente, los jardines colgantes, cuyo origen se atribuye a la nostalgia que sentía por su tierra montañosa la esposa meda de Nabucodonosor. El proyecto está pendiente de que los ingenieros den con el viejo secreto que permitía el correr incesante del agua sin recurrir al bombeo.

Sólo cimientos

De la torre de Babel, apenas si quedan los cimientos. Una sala del museo de las ruinas muestra decenas de imágenes que recogen la concepción que civilizaciones y culturas diversas han dado de lo que fue un zigurat de siete pisos en homenaje al dios Marduk. Era el más importante de los 1.100 templos que llegó a haber en la ciudad. Una maqueta muestra la forma que se considera más probable que tuvo, la torre que, al parecer, y en contra de lo que sostiene la Biblia, sí llego a ser concluida, aunque no tuvo una larga existencia. El proyecto incluye la reconstrucción total.Esta ciudad a la que Herodoto (en un exceso de entusiasmo) atribuía murallas cuadradas de 22 kilómetros de lado, 100 metros de alto y 27 de ancho, fue quizás la más poblada de la antigüedad. Un millón de habitantes, dice el poco comedido historiador griego. Dentro de sus muros, se desarrolló la astronomía, la mátemática y el sistema de cálculo sexagesimal, y se acogió a sabios llegados del oeste, como Tales y Pitágoras.

Un total de 13 arqueólogos, todos ellos iraquíes, y 1.000 obreros (sudaneses y egipcios, en su mayor parte) trabajan incesantemente para devolver a Babilonia su aspecto original, un intento que muchos estudiosos considerarían impropio pero que se ajusta perfectamente al sueño neoimperial de Sadam Hussein.

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