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Los barceloneses toman las calles de la ciudad en las fiestas de la Mercè 89

La fiesta mayor de Barcelona, la Mercè, que finalizó anoche, se ha caracterizado, como en años anteriores, por la toma masiva de calles y plazas por aglomeraciones de ciudadanos dispuestos a vivir de la forma más alegre posible la festividad. Gracias a esta necesidad del barcelonés de exteriorizar una vez al año sus ganas de diversión colectiva, cualquier acto artístico organizado por el Ayuntamiento, todos gratuitos, se ve desbordado. Este éxito apriorístico ha provocado la disminución progresiva de la calidad de los espectáculos, ya que en realidad al público lo que le interesa es estar allí más que ver y oír.

La Mercè 89 no ha sido la Mercè de las grandes actuaciones musicales de antaño; casi todo lo presentado ha tenido una mínima calidad, pero nada ha destacado de forma notoria.Los seis espacios ciudadanos destinados para albergar música en directo han presentado durante los tres días de fiesta mayor un total de 28 actuaciones, a las que es necesario sumar diversas audiciones de sardanas, los desfiles de gigantes y cabezudos, el espectacular y entrañable correfoc y el espectáculo piromusical, que este año estuvo dedicado al rock and roll.

La primera de las tres noches, la del viernes, tuvo como protagonista a la lluvia; una impresionante tormenta, de ésas que parecen perseguir últimamente al Ayuntamiento de Barcelona, dio al traste con algunos de los con ciertos previstos. La lluvia fue la causante de que la asistencia de público no fuese tan masiva como podía esperarse.

80.000 rebeldes

A pesar de estos húmedos inconvenientes, más de 80.000 personas se desplazaron hasta el Sot del Migdia con todas las incomodidades que significa llegar hasta allí, y más cuando llueve, para asistir al concierto de Rebeldes El grupo barcelonés actuó con casi dos horas de retraso por culpa de la meteorología. En la no che del sábado fue Katrina and the Waves la que reunió allí casi aproximadamente la misma cantidad de público.El habitual escenario de la Catedral ha sido sustituido para esta edición por la céntrica plaza de Cataluña, en la que la Orquestra Ciutat de Barcelona vio, en la primera noche, cómo su concierto era interrumpido por la lluvia En la segunda noche, Lole Montoya aburrió a más de 3.000 asistentes con su monótono homenaje a Om Kaisoum, mientras que los británicos Warking Week se encargaron de cerrar la celebración.

La plaza del Rey volvió a ser recuperada para el jazz . Max Sunyer, Iñaki Salvador, Joan Sanmartí y los grupos Octopussy y Berlín se dividieron las tres noches ante audiencias desacostumbradamente atentas.

En la cercana plaza de Sant Jaume, justo entre el palacio de la Generalitat y el Ayuntamiento, se colocó el escenario más variopinto. La primera noche un socarrón y cínico Joan Monleón vio truncada su actuación por la lluvia, mientras que en la segunda la Vella Dixieland atrajo a tal cantidad de público deseoso de bailar con sones añejos que se hacía imposible transitar por la zona. La noche de ayer estuvo dedicada a la cançó con un veterano, Pide la Serra, y un recién llegado, Albert Pla.

El último escenario acondicionado para esta celebración ha sido el de la plaza Reial, que en la noche del viernes esperó pacientemente a que la lluvia acabase de descargar para montar un solemne bailongo con la Salseta del Poble Sec.

En la segunda noche, el flamenco-jazz del nuevo grupo de Diego Cortés no consiguió conectar con un público con más ganas de juerga que de otra cosa.

Sólo quedaría por mencionar los drive in, proyecciones de videoarte en el Portal del Ángel, en las que el material fue casi tan irregular como la asistencia de público verdaderamente interesado.

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