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Tribuna:POP
Tribuna
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Dos mundos

Ángel S. Harguindey

Brillos dorados en cuellos, pechugas y manos. Olores a química cara, embotellada con metáforas de grandes almacenes. Sonrisas curtidas en mil batallas y una peculiar forma de hablar en la que la aparente desgana es sinónimo de buena educación. La vitalidad es una ordinariez, puta base. Algo de gomina y jerséis displicentemente anudados. Ellas, con el corazón en un puño. Él, dominador y coqueto, sabiéndose deseado por una mayoría que, imaginamos, vota preferentemente opciones conservadoras. Pese a todo no renuncia a la golfería, a llevar tras de sí una leyenda de orgía permanente en la que los orgasmos si, entremezclan con los dólares, las depresiones y los trajes de Armani. Si, como dicen los expertos, Fraga consiguió convencer a los nostálgicos de las ventajas de la democracia, Giulio potenció la relajación moral, coadyuvó notablemente a reducir la distancia entre la hipocresía y el hedonismo, rompió los esquemas de comportamiento y demostró que la promiscuidad bien llevada es un lujo. La única nota triste de la jornada fue la detención, en Río de Janeiro, de Dionisio Rodríguez: 300 kilos limpiamente levantados, una operación de nariz y una peluca de juzgado de guardia acabaron con un nuevo mito popular.Un par de kilómetros más al norte, en el Pabellón de Deportes del omnipresente Real Madrid, podía haberse celebrado otro tipo de concierto, uno de heavies, por ejemplo. En ese caso vendrían por hornadas: San Blas, La Elipa, Canillejas, Usera..., sus chupas, sus vaqueros pitillo, sus botas de baloncesto. Gestos torvos, mal encarados. Muñequeras descoloridas por mil sudores. Los labios brillantes de la última litrona. Los ojos acerados por cualquier ilegalidad. En el escenario, Iron Maiden o Scorpions, es lo mismo. En los lavabos, los sueños de una generación flotando en el pavimento. Las fuerzas de orden público y los servicios de seguridad, absolutamente convencidos de que todos son delincuentes mientras no se demuestre lo contrario. Dos mundos, dos tiempos y una misma entrega al sentimiento apasionado. Señores y truhanes con un anhelo común: las chicas Zirconio.

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