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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un acuerdo sensato

EL CONFLICTO surgido en torno al convento carmelita establecido en el antiguo campo de exterminio nazi de Auschwitz se ha agravado en las últimas semanas y empieza a tener repercusiones serias. En Polonia, en un momento delicado marcado por la formación del primer Gobierno no comunista desde hace más de 40 años, ha provocado críticas del sector laico de Solidaridad al cardenal Glemp, máxima jerarquía eclesiástica del país. En el plano internacional no sólo se encona la polémica entre la Iglesia polaca y la comunidad judía, sino que ilumina profundos desacuerdos entre la jerarquía de Polonia y la de otras naciones.La presencia de monjas católicas en Auschwitz molesta a los judíos porque da a la Iglesia católica un puesto privilegiado en un lugar que constituye el símbolo de la solución final de Hitler: la supresión del pueblo judío de la superficie de la Tierra. Esta objeción pareció ser comprendida por la Iglesia católica, y en febrero de 1987 se llegó a un acuerdo entre una delegación de cuatro cardenales y representantes de la comunidad judía para que el convento saliera en un plazo de dos años del recinto de Auschwitz y se creara un centro ecuménico.

Es dificil comprender las razones del incumplimiento del acuerdo. Sin duda, hubo excesos en algunas de las protestas judías, pero ello no justifica el giro dado por la Iglesia católica polaca en el sentido de considerar anulado el acuerdo de 1987. Además, el cardenal Glemp ha expresado esa actitud con palabras teñidas de un antisemitismo que sorprenden en boca de una alta personalidad católica. Los lugares de recuerdo del holocausto nazi son patrimonio de toda la humanidad, y el conflicto del convento está trivializando el nombre simbólico de Auschwitz. El compromiso de 1987 ofrece una solución sensata. El Papa debería arbitrar para refrendarla.

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