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Miguel Delibes: "El teatro es la palabra"

Hoy se estrena en Madrid la adaptación de la novela 'Las guerras de nuestros antepasados'

LUIS PRADOS, Madrid "El teatro siempre ha sido la palabra, no las voces ni los aspavientos", dice Miguel Delibes, de 69 años, que se encuentra en Madrid estos días para ver los últimos ensayos y asistir al estreno de la adaptación teatral de su novela Las guerras de nuestros antepasados. La obra se estrena esta noche en Madrid, está dirigida por Antonio Giménez Rico, un director de cine que debuta en el teatro, y protagonizada por los adores José Sacristán y Juan José Otaegui.

Miguel Delibes ha abandonado a su pesar su retiro castellano para vivir en directo los últimos momentos de su regreso al escenario. Para él la barbarie de Madrid está compensada por su satisfacción con el resultado teatral de Las guerras de nuestros antepasados. Delibes no cesa de ponderar el trabajo de José Sacristán, "tan contenido, tan agusto en su papel, sin manoteos ni aspavientos", encarnando a Pacífico Pérez, un héroe cuya inocencia, y mansedumbre conduce al patíbulo.Pacífico Pérez representa para el novelista vallisoletano la degradación que infiere la violencia, el gregarismo y la insolidaridad del entorno a los mansos. "Es la agresión, cada vez mayor, que sufren los pacíficos y contra la ira la que no podemos hacer nada dice Delibes.

Las guerras de nuestros antepasados, escrita en 1974, narra con el transfondo constante de la guerra la historia de este hombre, un humilde y cándido campesino castellano, autor de un crimen cuya culpabilidad reconoce con absoluta pureza. La acción, desarrollada en flash back, transcurre una tarde de primavera de 1961 durante la conversación que mantienen Pacífico Pérez y el médico del sanatorio penitenciario donde éste está ingresado y cuyo papel encarna Juan JoséOtaegui. Delibes se muestra también muy satisfecho por el humor que transmite la expresión naturalista empleada por José Sacristán.

En pantalla y escena

Delibes, partidario de las adaptaciones de sus novelas, asiste esta vez a la séptima. Entre las anteriores figuran Mi idolatrado hijo Sisí, vertida al cine por Antonio Giménez Rico, que también adaptaría El disputado voto del señor Cayo, Los santos inocentes, por Mario Camus; El príncipe destronado, por Antonio Mercero. En televisión, Josefina Molina El camino. Y a las tablas, hace justamente 10 años, Cinco horas con Mario fue producida por José Sámano, como Las guerras ... ; La hoja roja también fue adaptada para la escena por Manuel Collado, y aún está por estrenarse la película que Antonio Mercero ha realizado sobre su obra El tesoro.

Antonio Giménez Rico asegura que ha trabajado sobre la novela con la "máxima modestia y respeto al texto". El director de la obra se niega a reducir su contenido a una etiqueta -"sólo puedo decir que es una reflexión sobre la condición humana"-, y bromea con el hecho de que .ahora que todos los directores teatrales quieren hacer cine sobre el escenario, yo que soy director de cine sólo intento hacer teatro".

La paradoja existente entre la mayor inversión de dinero público en el teatro y la crisis de autores dramáticos reside para Delibes en la "falta de oportunidades que tiene la gente joven para estrenar. Se va a lo seguro pero hay que apostar por los nuevos Lope y los nuevos Cervantes", dice. Delibes contrastra esta situación con la actual eclosión de nuevos novelistas españoles escondidos, "inmediatamente después del advenimiento de la democracia".

Tras el ensayo, la conversación es interrumpida una y otra vez por las bocinas del perenne colapso de tráfico que se produce en la Gran Vía madrileña. Las sirenas de la policía ululan desesperadamente, una mendiga insulta a sus obsesiones, la calle está llena de desperdicios y papeles.

"Primero se mueren los cangrejos de pata blanca, luego los olmos, los ríos del País Vasco, los peces de León, después el mar y al final el hombre. Soy totalmente pesimista ante la perspectiva ctual", declara Miguel Delibes, un cazador que escribe y no un verde radical, para quien este panorama no es desde luego "el precio de la libertad".

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