El arte condicionado
Las formas encubiertas de censura que ejercen los Gobiernos en el apoyo a las artes
Las relaciones entre los Gobiernos y las artes alrededor del mundo pueden ser muy diferentes, pero en algunos extremos se parecen: subvención del Gobierno según se trate o no de algo adecuado, forma en que se conceden las ayudas estatales, censura ... Las manifestaciones artísticas pueden ser libres, siempre y cuando los funcionaros estatales no las consideren "ofensivas". De acuerdo con informe procedentes de varios lugares del mundc esas relaciones están cambiando, y en algunos sitios, como la Unión Soviética, de una forma dramática.
Estados Unidos vive la controversia causada por la retirada de una subvención oficial -que motivó la cancelación- a una exposición del fotógrafo Robert Mapplethorpe y la votación de una ley, en el Senado, que elimina ayudas -según el senador Jesse Helins, promotor de la ley- a un arte que "promueva, disemine o produzca materiales obscenos o indecentes", o material que denigre los objetivos y valores de los seguidores de una religión determinada o una creencia". En comparación, muchos norteamericanos relacionados con las artes consideran muy generoso el apoyo que se presta a los artistas en algunos países. Por ejemplo en Francia el subsidio a los artistas alcanzará este año 1.600 millones de dólares (192 mil millones de pesetas), o la República Federal de Alemania, con sus 82 orquestas sinfónicas, sus 58 óperas y auditorios de música y sus 280 teatros.
Sin embargo, en otros países las relaciones entre los Gobiernos y las artes están cambiando. En el Reino Unido, las entidades de arte se quejan con el recorte de las subvenciones, al tiempo que la Royal Shakespeare Company sufre un déficit de 224 millones de pesetas.
Como ocurre en el Reino Unido, cuando los Gobiernos reducen las subvenciones a las artes -o las mantienen al mismo nivel, con la consiguiente reducción de hecho por la inflación-, a menudo se solicita a las compañías privadas que rellenen el espacio dejado. En el Reino Unido, las subvenciones de las compañías privadas ascienden hoy a 5.664 millones de pesetas, en tanto que en 1976 sólo sumaban 94,4 millones.
Pese a todo, este tipo de subvenciones no deja de tener sus problemas: según un estudio realizado en Japón, la industria privada tiende a apoyar "artistas establecidos o actos espectaculares que puedan atraer a una gran multitud".
La censura es otro asunto importante. En la Unión Soviética, los cambios en lo que sepuede ver, especialmente el teatro o el cine, son tan importantes que ya se habla de una glasnost (transparencia) frontal.
En la República Federal de Alemania, donde el arte nazi continúa siendo un asunto espinoso, un conocido mecenas fue criticado por encargar sendos bustos de él y su esposa al escultor favorito de Hitler.
En México, la permanente ambivalencia de la política cultural terminó causando la súbita clausura de una exposición en el Museo de Arte Moderno que supuestamente ofendía la sensibilidad religiosa y motivando la dimisión del director del museo.
Formas sutiles
Algunos profesionales del arte se quejan de algunas formas más sutiles de llevar a cabo la censura. En Israel permanece cierta tradición delibertad de expresión, pero ocasionalmente, como cuando fueron retiradas de una exposición las fotografías del interrogatorio de unos palestinos, se invocan razones de seguridad. El artista soviético está tan sujeto a la subvención oficial que la intervención estatal simplemente se da por hecha.
En los últimos tiempos, la mayor excusa para que se levantaran voces en nombre de la moral fue la película Pequeña Vera, un gran éxito en la URS S y también en el exterior. Aunque algunos espectadores soviéticos se sintieron ofendidos por ciertos desnudos y escenas que consideraron pornografía, otros vieron la película como una brecha, un ejemplo de lo que ha sido llamado glasnost (transparencia) frontal, que va en paralelo con la más tranquila propiciada por Mijail Gorbachov.
Hasta el momento ningún organismo ni político ha sido acusado de intentar negar subsidios al equipo que realizó Pequeña Vera.El Estado soviético se gastó el año pasado 519.200 millones de pesetas en las artes y medios de comunicación, con un incremento del 10% anual según estadísticas oficiales.
Los paneles de publicidad de una exposición en París de Robert Mapplethorpe, en septiembre de 1988, advertían que en la última de las salas se exhibían obras que podían chocar la sensibilidad del público, informa Deborah Weiss. Algunas familias con niños no llegaron hasta allí, pero ninguna sugirió que el Gobierno había abdicado de sus responsabilidades al financiar la exposición [como sucedió en Estados Unidos], una exposición originada en Amsterdam.
"Nunca recibí ni una queja de un visitante", según dijo Robert Delpire, director del Centro Estatal de la Fotografía, entidad oficial que había montado la exposición. "Y en los siete años que he sido director, nunca recibí una carta o una llamada de teléfono del ministro de Cultura sobre la forma en que gasto mi presupuesto".
Visto que no existen casi subvenciones de la industria privada, en Francia el Ministerio de Cultura ejerce como patrón de las artes. Pese a que sólo representa menos del 1% del presupuesto, el Gobierno considera este terreno prioritario, sólo por detrás del de educación.
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