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Ribeyro: "Identificar literatura latinoamericana y barroco es una necedad"

El escritor publica en España 'Silvio en el rosedal'

JOSÉ MÉNDEZ, Julio Ramón Ribeyro (Perú, 1929) es autor de La palabra del mudo, Crónica de San Gabriel, Geniecillos dominicales y Prosas apátridas. Residente en París en la época del esplendor de la literatura latinoamericana, no participó de su éxito. Quizá fuera debido a su carácter de "escritor atípico, con un mundo narrativo que no respondía al gusto imperante". En estos días acaba de aparecer Silvio en el rosedal, una antología de cuentos realizada por Bryce Echenique.

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Tenacidad y fe

No llegó a tiempo de formar parte de aquel esplendor de la literatura latinoamericana que llenó los anaqueles de títulos de Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, Donoso y algunos otros. "Creo que esto es debido a que mis libros se publicaban en ediciones muy pequeñas y no lograban salir al extranjero", explica Ribeyro, para añadir: "Además soy un escritor atípico. Quiero decir que en mi obra no existe ningún tipo de realismo mágico, ni frescos históricos, ni generales tiránicos. Hablo del mundo gris de la clase media urbana. De otra parte, soy antibarroco, y el europeo aprecia lo barroco de nuestra literatura, aunque identificar la literatura latinoamericana con el barroco es una necia simplificación".Autor de cuentos, "ese género que sufre dos rechazos, el de los editores y el de los lectores", piensa que no existe comunicación entre el cuento y la poesía o la novela. La definición del cuento para él es tajante: "Un género que no admite la mediocridad".

De su gran producción -más de un centenar de relatos en ocho volúmenes- distingue diversas orientaciones: cuentos que lindan con lo fantástico, otros más subjetivos y autobiográficos, y aquellos en los que la experimentación técnica es el motivo de su existencia y el argumento funciona como parte de esa experimentación. "Como grandes líneas de fuerza podría decir que en mis relatos se habla mucho de la frustración, y existe el arquetipo del personaje vencido, del combate perdido. La locura, la pérdida de contacto con la realidad que deriva en locura, también es recurrente".

Su forma de expresión -limpia, lineal, sencilla-, su aspecto hierático, aunque no distante,no facilitan pensar en el humor; sin embargo, Ribeyro lo reclama para sí y para su obra: "Gran parte de mis relatos son puramente humorísticos, algo que no ha sido notado, o sólo por algunos y muy recientemente, por ejemplo, Bryce Echenique".

Prosas apátridas es su libro de ensayo más conocido, y no bien entendido, porque "confunde desde el título. Se llama Prosas apátridas porque carecen de patria literaria, no porque yo carezca de patria -todo lo contrario-, y porque en castellano no existe -tradición de libros de reflexión en fragmentos. Es el conjunto de extractos de un diario que escribo desde el año 50; los fragmentos menos personales".

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