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Huir de Chernobil

Las secuelas del accidente de la central nuclear ponen en peligro de evacuación a 4,23 pueblos

Pilar Bonet

A consecuencia del accidente de Chernobil, 423 pueblos de la República Soviética de Bielorrusia podrían tener que ser o bien evacuados o bien totalmente abastecidos con productos agrícolas procedentes de regiones no contaminadas, según manifestó a EL PAÍS Yuri Shcherbak, diputado del Soviet Supremo de la Unión Soviética y jefe de un subcomité parlamentario que centra sus actividades en temas de ecología nuclear.

"Tres años después del accidente, la situación no sólo no ha mejorado, sino que ha empeorado, especialmente en el terreno psicológico, y Chernobil se ha convertido en uno de los principales temas políticos y en un motivo de lucha. Algunos órganos del partido tratan de recuperar la iniciativa, como por ejemplo en Bielorrusia, donde algunos secretarios del PCUS hablan como si fueran verdes", afirma Shcherbak. A finales de julio, Shcherbak asistió a una reunión del Soviet Supremo de Bielorrusia en la que se anunció el estudio de una posible evacuación de 423 pueblos con un total de 104.500 habitantes.

La decisión, según el informe presentado Por el vicepresidente del Gobierno bielorruso, V. Evtuj, parece estar condicionada por la posibilidad de las diferentes zonas de abastecerse con productos limpios y por el consentimiento de los campesinos de abandonar sus lugares de residencia. En 1991 finaliza el plazo para tomar la decisión.

Los planes de evacuación aprobados en Bielorrusia prevén primera etapa, entre 1989 y 1990, en la que serán trasladados 3.576 habitantes de 28 pueblos, que pueden llegar a acumular una dosis de 50 REM (unidad para medir el grado de radiactividad) a lo largo de toda su vida.

En una segunda etapa, en 1992, se evacuarán 8.025 personas de 59 pueblos donde la dosis posible a lo largo de toda una vida está entre los 35 y los 50 REM. Además, el programa contempla la evacuación de 11.601 personas de 87 pueblos, 38 de ellos en la región de Gomel, 47 en Mogillev y 2 en Brest.

En 1986, 96.000 personas fueron evacuadas en Ucrania y 19.000 en Bielorrusia. A partir de este año las autoridades locales anunciaron nuevas evacuaciones y reconocieron de hecho que las consecuencias del accidente fueron mucho peores de lo que en un principio se había supuesto.

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Cerrar la central

Tal convicción se ha filtrado ya en los medios oficiales hasta tal punto que en Ucrania, el primer secretario de la región de Kiev, Rybenko, ha propuesto al Gobierno cerrar del todo la central de Chernobil en el futuro y dar incentivos a los trabajadores por el momento, según dice Sheherbak. "Antes sólo los verdes planteaban el cierre. Los expertos que trabajan en ella piensan que hay que cerrarla, porque los reactores del tipo allí instalado son muy peligrosos y, a pesar del perfeccionamiento y de los cambios que les han introducido, pueden fallar", añade Shcherbak, refiriéndose a una reciente avería en el primer bloque de la central. "La situación se agrava porque hay conciencia del peligro, y han aparecido las primeras enfermedades relacionadas con el accidente". Un comité de trabajadores está recogiendo datos sobre el estado de salud del colectivo y sobre las muertes que se producen en él.

Las nuevas, evacuaciones, que afectan a la región de Kiev y a 14 asentamientos en la región de Jitomir, además de las de Bielorrusia, implican enormes sumas. En el programa de asentamiento, dice Shcherbak, se llevan gastados 1.000 millones de rublos, y Chernobil costó al Estado 8.000 millones. "Ahora sólo para Bielorrusia se necesitan 10.000 millones de rublos más".

El subcomité de ecología nuclear organizó en el Parlamento una audición dedicada al accidente de la central nuclear de Cheliabinsk, que en 1957 lanzó a la atmósfera una radiación de dos millones de curios (unidad que se emplea para medir la cantidad de radiatividad que emiten los elementos radiactivos).

En la audición participó el científico Zhores Medvedev, hermano gemelo -exiliado en el Reino Unido- del historiador Roy Medvedev. "Para el otoño se prepara una audición sobre Chernobil, cuya emisión fue de 50 millones de curios", afirma Shcherbak.

Muchas cosas coinciden entre ambos accidentes. La audición sobre Cheliabinsk demostró, según Shcherbak, las consecuencias de la política de secretos de la URSS.

Shcherbak señala: "Durante tres años, se decía oficialmente que no había experiencia ni precedentes de Chernobil. Luego resultó que, en secreto, ecólogos y biólogos especializados en radiología llevaban 30 años estudiando el problema. Y los especialistas, que se movían en círculos más amplios, no lo sabían. Lucharemos para acabar con ésto. El ministro de Medicina dice que no hay secretos; nosotros probaremos que sí los hay y exigiremos que nos den una respuesta".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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