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Los españoles desearían mostrar más sus sentimientos y debilidades, según un estudio del Instituto de la Mujer

Los hombres españoles se resisten a planchar y lavar la ropa, nunca friegan el cuarto de baño y raramente colaboran en la limpieza de los cristales. Además, piensan que carecen de instinto para cuidar a sus hijos, pero les gustaría tener más facilidad para mostrar a las mujeres sus sentimientos y debilidades, según un estudio del Instituto de la Mujer realizado entre más de 1.400 hombres, que analiza la actitud de los españoles ante el cambio de papeles en el hogar, la planificación familiar, los sentimientos o los malos tratos. Los resultados muestran al hombre español dividido ante dos estímulos contrapuestos: la aceptación del cambio social y la permanencia de las estructuras y papeles familiares tradicionales.

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Tareas propias
Exigentes y halagadores

Esa división se pone también claramente de manifiesto en el hecho de que el 46,2% de los encuestados creen que "las labores del hogar son cosas de mujeres". Opinión con la que se muestran en desacuerdo un 48,8%. El modelo tradicional que reprime la expresión de los sentimientos -masculinos sigue vigente entre los españoles pero este estereotipo pierde fuerza, especialmente entre los jóvenes, en favor de una mayor desinhibición. El 63% de los encuestados afirman que "tienen miedo o verguenza de que les vean llorar" y el 71% dice que " el hombre debe saber controlar sus emociones" pero, al tiempo, el 88% cree que "sería deseable que los hombres aprendiesen a mostrar sus sentimientos y debilidades. Ese porcentaje sube al 90% entre el grupo de edad de 18 a 24 años y desciende al 86% entre los mayores de 55 años."En general, cuando se le pide su opinión, el hombre se muestra partidario del igualitarismo, pero cuando tocas los puntos claves la situación sigue como siempre. Las actitudes igualitarias se quiebran especialmente en el punto de la atención a los hijos. El trabajo es igualmente importante para el hombre y para la mujer, pero esa afirmación general no implica que la mujer deba trabajar igual que el hombre, ni mucho menos que el hombre tenga que trabajar en la casa igual que la mujer, especialmente en lo que se refiere al cuidado de los hijos. Este tema no admite criterios racionales de reparto, sino que se orienta por el argumento del instinto femenino para cuidar de los hijos, instinto del que afirman carece el hombre", dice Pilar Escario, directora del estudio.

Las tareas en que los hombres participan menos pertenecen a la categoría básica defregar y se caracterizan por su permanencia, son habituales y de duración más prolongada. El 94% de los maridos y el 91% de los hijos encuestados está de acuerdo en que "cuando la mujer trabaja es justo repartir los trabajos domésticos entre los dos". No obstante el 87% confiesa que nunca plancha, el 77% jamás lava la ropa, el 72% no colabora en la limpieza de los cristales y un 66% reconoce que nunca friega el cuarto de baño. Es decir, apenas participan en las tareas de mantenimento de la casa como recoger, limpiar el polvo o lavar los platos.

'Cana al aire'

Con respecto a las relaciones sexuales, pervive una imagen más sexuada del hombre que de la mujer. El 52% afirma que "para el hombre sin una buena relación sexual no existe relación de pareja, el 36% mantiene que "es impensable la verdadera amistad entre hombre y mujer sin sexualidad de por medio" y el 34% cree que "el hombre necesita satisfacer sus necesidades sexuales más que la mujer".

Además, el 84% cree que cuándo las cosas van mal sexualmente es tan culpable el hombre como la mujer. El 22% piensa que no tiene importancia "el que el hombre eche una cana al aire". En el caso de que sea la mujer la que se permite esa licencia el porcentaje de que los que no le concede importancia desciende al 14%.

El perfil del español de hoy le define como "tradicional" en términos generales: sigue canalizando a través del matrimonio las relaciones intersexuales (el 65% vive en un hogar matrimonial), desempeña en la familia el rol de proveedor económico y el papel reproductor mantiene una vigencia alta dentro de la vida conyugal (el 61% tiene hijos que conviven en el hogar en el 90% -de los casos. La esposa o compañera se dedica al trabajo en casa no remunerado. Por su parte, el hombre tiene un trabajo remunerado (72%), que desempeña mayoritariamente por cuenta ajena y ha realizado estudios de grado medio (68%). El trabajo asalariado de la mujer se suele producir en los hogares donde el varón es joven (entre 25 y 34 años), ha realizado estudios superiores, tiene hijos y vive en ciudades medianas o grandes. Es decir, la presencia de hijos constituye cada vez menos un impedimento para el trabajo de la mujer. Es el nivel de estudios la variable cada vez más vinculada a la incorporación de la mujer al mercado laboral.

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