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Los chilenos apueban por mayoría la reforma de la Constitución

Por una abrumadora mayoría, los chilenos aprobaron ayer, en un plebiscito al que habían sido convocados más de 7,5 millones de electores, la introducción de 54 reformas a la Constitución pinochetista de 1980. La jornada electoral transcurrió sin incidentes dignos de mención, mientras que la población seguía con indiferencia el desarrollo de las informaciones. El interés de los chilenos se centró mucho más en las peripecias del partido de fútbol Venezuela-Brasil. Las principales cadenas de televisión retransmitieron en directo el partido y durante más de dos horas no facilitaron más que información futbolística.

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El día se inició con la publicación en el diario conservador El Mercurio de declaraciones de un miembro de la Junta de Gobierno, Fernando Matthei, que se consideran una bomba y constituyen una seria amenaza para un futuro Gobierno democrático. Los militares, advertía el general, no admitirían que, como pide la oposición, se derogue la autoamnistía para delitos contra los derechos humanos cometidos hasta 1978.Los escrutinios de las primeras mesas marcaban una tendencia abrumadoramente favorable a la opción apruebo, con un porcentaje que puede llegar al 90%. El ministro del Interior, Cárlos Cáceres, declaró pasadas las 18.00 horas (0.00 horas de hoy en España) en el Palacio de la Moneda, que esperaba un resultado favorable a la aprobación por encima del 70% y destacó la ausencia de incidentes en la jornada electoral. También anunció Cáceres que el presidente chileno, general Augusto Pinochet, dirigiría un mensaje al país por la noche.

No se advertían grandes aglomeraciones. Esta mayor fluidez en la votación se debe a que el número de mesas había sido duplicado, a la mayor agilidad del procedimiento de votación y tal vez a un descenso en la participación electoral, a pesar de que en Chile el voto es obligatorio. Los electores que no pueden justificar su abstención están amenazados con multas de 3.000 a 25.000 pesos (de 1.300 a 11.000 pesetas).

Poco después de las ocho de la mañana, minutos después de abrirse las urnas, Pinochet acudió a votar en una mesa del centro de la capital. Era la primera aparición pública de Pinochet, tras su reciente operación como consecuencia de una hernia inguinal. El día era crudo e invernal en Santiago. Pinochet acudió vestido con un abrigo gris, se apeó del coche con dificultades y, por momentos, se apoyó en uno de sus acompañantes para caminar. En el cuarto oscuro, Pinochet sólo permaneció unos 10 segundos, firmó el censo de votantes y recibió una mancha de tinta indeleble en el pulgar. Después de que una anciana le besara en la mejilla, abandonó el lugar sin hacer declaraciones. Con aspecto envejecido y gesto de dolor al doblarse para entrar en el automóvil, el dictador regresó a su residencia.

El candidato presidencial por los partidos de la Concertación -que agrupa a 17 partidos políticos de oposición-, el democristiano Patricio Aylwin, acudió a votar a las 9.30 con su sonrisa habitual, muy abrigado con gabán gris y bufanda marrón y síntomas evidentes de un fuerte resfriado. Sus partidarios gritaron "¡Viva el presidente de Chile!".

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[Por otra parte, el embajador español en Santiago, Félix Fernández Shaw, fue convocado hace unos días al Ministerio de Asuntos Exteriores chileno, donde se le hizo saber el "malestar" causado por el hecho de que el presidente del Gobierno, Felipe González, haya prologado el libro Chile, el ocaso del general, del periodista José Antonio Gurriarán, publicado en la colección EL PAÍS-Aguilar.]

[Trabajadores en servicio de rescate abandonaron ayer toda esperanza de encontrar con vida a 21 mineros atrapados en una mina de carbón en el sur de Chile, informa Reuter].

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