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Tribuna:REPERCUSIONES DE LA EVOLUCIÓN ECONÓMICA DE ESTADOS UNIDOS
Tribuna
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Incertidumbres veraniegas para Norteamérica y el mundo

Con una coyuntura política y económica internacional favorable, Estados Unidos se encuentra en su séptimo año de expansión, de la que no es ajena la Reserva Federal, con bastantes posibilidades de conseguir ahora su anunciado aterrizaje suave. Para el autor, por otra parte, tampoco hay que exagerar la vulnerabilidad del mundo a los ciclos mercantiles norteamericanos, cuyas consecuencias hay que considerarlas desde una perspectiva cuantitativa.

Si medimos los beneficios de los mercados de valores de los países más importantes en una moneda común, el norteamericano ha sido el más fuerte en lo que va de 1989. Deja pequeño incluso al mercado japonés.Simplemente ese detalle desvela gran parte del misterio de la sorprendente fortaleza del dólar norteamericano. A corto plazo, el movimiento del capital tiende a ir en la dirección de los mayores beneficios, y al hacerlo, esos movimientos del capital suelen crear unas expectativas de autosatisfacción.

A esto hay que añadir la incertidumbre política de China, que, naturalmente, asustó al mercado de Hong Kong y generó una corriente de Asia a Norteamérica. Hay que añadir el escándalo Recruit, que conmovió el amor propio de la sociedad japonesa y empañó bastante su imagen en el exterior. A los mercados y al dinero no les gustan los escándalos persistentes ni los conflictos revolucionarios.

Apoyo internacional

También hay que añadir el hecho, de momento, de que el presidente Bush ha encontrado la suerte trabajando a su favor. Políticamente, las innovaciones de Gorbachov han rebajado la tensión internacional. A los mercados en alza les gustan las perspectivas de paz.

Es cierto que Bush no ha conseguido demasiado en el frente económico:

- El déficit presupuestario sigue ahí.

- El déficit en la balanza de pagos básica solamente mejora a una velocidad de glaciar.

-Los bancos norteamericanos de crédito y ahorro siguen teniendo pérdidas colosales que finalmente recaerán sobre el contribuyente.

Desde el punto de vista de los nerviosos mercados especulativos, un presidente que hace poco no es lo peor. Calvin Coolidge y Ronald Reagan tendrán poca consideración en los libros de historia, pero eso no impidió que el índice Dow Jones alcanzara nuevos récords durante sus gobiernos.

Comparado con Coolidge y Reagan, George Bush no está tan mal; lo mismo sucede cuando Wall Street lo compara con Jimmy Carter, Jerry Ford y Dick Nixon. Ni que decir tiene que el mercado de¡ dinero consume muy pocos microsegundos en comparar a Bush con las metas que se podrían alcanzar con Michael Dukakis. Los perdedores no consiguen más que una simple mención en los libros de historia.

La Norteamérica de Bush también goza de una buena situación cuando los extranjeros la comparan con el Reino Unido de Thatcher. La inflación de este país se está disparando debido al rápido crecimiento. El Banco de Inglaterra está subiendo continuamente los tipos de interés, pero la libra esterlina sigue depreciándose.

Muchos expertos creen que es la Reserva Federal la que merece gran parte del reconocimiento por este séptimo año de expansión norteamericana. El presidente Alan Greenspan se encuentra comprometido entre sus colegas de Washington partidarios de flexibilizar las disponibilidades, entusiasmados por mantener un crecimiento consistente, y sus presidentes regionales del Banco de la Reserva, que temen una aceleración de la inflación en nuestra economía de pleno empleo.

El doctor Greenspan fue glorificado por el éxito de su ajuste, que impidió que la crisis de la bolsa en octubre de 1987 provocara una nueva recesión mundial.Entonces, a pesar de que 1988 era un año de elecciones, la Reserva Federal restringió los créditos desde la primavera de 1988 a la de 1989.

'Aterrizaje suave'

Incluso los cínicos de Wall Street y los gnomos de Zúrich se quedaron impresionados. Se ha extendido la esperanza de que la Reserva Federal conseguirá un aterrizaje suave.

¿Qué significa exactamente aterrizaje suave? Las que siguen son las características principales de sus versiones más optimistas:

- El crecimiento real de Estados Unidos para 1989 ha de mantenerse en el 2%, para que no se recaliente nuestra economía de pleno empleo.

- Como consecuencia, los precios al consumo, que habían empezado a subir al 6% anual, en vez de al 4%, volverán a una tasa de inflación inferior al 5%.

Entonces, Norteamérica podría crecer indefinidamente a la misma tasa que la mejora de su productividad, creando así las reservas impositivas necesarias para reducir el déficit presupuestario y elevar la tasa de ahorro neta.

¿Cómo valoraría la moderna ciencia económica esta perspectiva? Ahí van algunas conjeturas probables.

Primero, en economía nada es para siempre. Sería aventurado especular ahora sobre cómo serán exactamente los patrones de 1991 o 1992. Si los aterrizajes de 1989 y 1990 resultan suaves, ya sería un acontecimiento lo suficientemente bueno como para celebrarlo.

Segundo, en economía nada es imposible. Yo pondría en un 45% las probabilidades de que se darán las condiciones para el aterrizaje suave. Wall Street, más emocional que yo, pone la cuestión en un 75% a favor y en un 25% en contra.

Tercero, estoy de acuerdo en que hay un 25% de probabilidades de que los altos tipos de interés y una cooperación envejecida resulten a finales de 1990 en una recesión norteamericana, clara, más que en una simple desaceleración del crecimiento.

Cuarto -y aquí es donde sigo en desacuerdo con la generalidad de los pronosticadores-, tengo que pensar en que sigue habiendo un 30% de probabilidades de estagflación.

En esta panorámica, la tasa de inflación tiende hacia el 6%. para el total anual; el crecimiento real se desacelera, pero solamente debido a las limitaciones actuales de la oferta de ingresos.

Preferencias europeas

Europa y el Pacífico deberían preferir la perspectiva del aterrizaje suave. Segunda en su consideración estaría la estagflación, y la peor perspectiva sería una recesión en 1990.

No hay que exagerar la vulnerabilidad del mundo a los acontecimientos norteamericanos. Un declive breve y moderado aquí puede ser aceptado por una saludable economía global.

Incluso una recesión norteamericana más grave y prolongada -cuya probabilidad en estos momentos puede considerarse como, muy baja- puede ser conjurada por una política de viabilidad de los bancos centrales extranjeros.

Sería muy inocente por mi parte imaginar que a finales de esta década no se pueden plantear serios problemas económicos. Basta simplemente con imaginar cuál sería el impacto global de una crisis realmente seria de la Bolsa de Tokio.

A lo que quiero llegar es a que el perjuicio de¡ probable desarrollo de¡ ciclo mercantil norteamericano debe considerarse desde una perspectiva cuantitativa y no se ha de exagerar.

Traducción: Leopoldo Rodríguez Regueira.

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