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Los BRICS redoblan su esfuerzo para hacer frente a Trump

Los países que lideran el sur global intensifican su cooperación para minimizar los aranceles de EE UU, más dañinos para China y Brasil

Foro de los BRICS en Brasil el 26 de febrero.
Foro de los BRICS en Brasil el 26 de febrero.Ton Molina (NurPhoto / Getty Images)
Alicia González

En su primer día en el Despacho Oval, mientras firmaba unos de sus primeros decretos, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó a los países BRICS con imponerles aranceles del 100% si su gasto en Defensa no alcanzaba el 5% del PIB. “España es una nación BRICS. ¿Sabes que es una nación BRICS? Lo descubrirás. Si los países BRICS quieren hacer eso, está bien, pero impondremos al menos un arancel del 100% a los negocios que hagan con Estados Unidos”, dijo a preguntas de los reporteros. Es evidente que España no forma parte del grupo que lidera el multilateralismo en el sur global, pero el nuevo inquilino de la Casa Blanca no se caracteriza precisamente por su atención a los detalles.

Errores geográficos y geopolíticos al margen, los BRICS afrontan el segundo mandato de Trump decididos a reforzar su alianza y así lo dejaba claro esta semana Brasil, que este año ostenta la presidencia rotatoria del grupo. “La actual escalada proteccionista refuerza la importancia de medidas que permitan superar las dificultades económicas de los países en desarrollo”, aseguraba el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en su intervención ante los sherpas que preparan la cumbre de los BRICS del próximo mes de julio y que se reunieron esta semana en Brasilia.

Desde su elección, Trump ha utilizado los aranceles como una de sus principales armas en política exterior para defender sus intereses, no necesariamente económicos. Su principal amenaza hacia los BRICS como grupo pasa por imponer aranceles del 100% o del 150% a sus productos si persisten en su propósito de desarrollar una moneda común como alternativa al dólar, uno de los acuerdos que alcanzaron en la cumbre de agosto de 2023 en Sudáfrica.

Poco han avanzado desde entonces, entre otras cuestiones porque tanto China como la India han expresado sus cautelas al respecto. En su lugar, como ha reiterado esta semana Lula, apuestan por aumentar el comercio Sur-Sur en monedas locales. Y tienen motivos para ello, recuerda Mehdi Hussain, investigador asociado del Indian Council of World Affairs. “Directa o indirectamente, los países BRICS han tenido que hacer frente a las sanciones de EE UU. Basta recordar las sanciones comerciales y financieras impuestas contra Rusia por la anexión de Crimea en 2014 y la invasión de Ucrania de 2022. Irán ha sido castigada por usar el dólar y el sistema de pagos Swift, en un intento de frenar sus avances nucleares”, explica. Ahí sí ha habido notables avances. Por ejemplo, la India e Irán acordaron que Nueva Delhi pagaría el petróleo y gas de Irán en riales y que Teherán pagaría los productos indios en rupias, lo que les permitía sortear las sanciones occidentales. China, por su parte, desarrolló un sistema de pagos alternativo al Swift que ha utilizado Rusia en sus transacciones con terceros países.

“Los BRICS, pero sobre todo la India, China, Rusia, Brasil e Irán, han estado reforzando su cooperación estos años para minimizar los efectos de los aranceles estadounidenses sin enfrentarse necesariamente a las instituciones multilaterales ya existentes”, subraya Mehdi Hussain. “Es una iniciativa para crear una nueva arquitectura financiera internacional justa, eficiente y estable”, recalca. Todavía hoy el dólar es la divisa dominante en el 88% de las transacciones internacionales, según datos del Banco de Pagos Internacionales.

Pese a estos avances, los BRICS forman todavía un grupo demasiado heterogéneo y con relaciones muy distintas con EE UU para defender una sola posición común. Mientras Lula recibía a los embajadores de los BRICS en Brasilia, el presidente de Sudáfrica reunía en Ciudad del Cabo a los responsables de Exteriores y Finanzas del G-20, cuya presidencia ostenta este año. Los estadounidenses Marco Rubio y Scott Bessent no acudieron a la cita, después de que Trump cortara en febrero la ayuda financiera al país alegando presuntas expropiaciones de tierras y violaciones masivas de derechos humanos a los afrikáners (sudafricanos blancos descendientes de colonos neerlandeses). EE UU quiere que Sudáfrica retire la demanda que presentó contra Israel ante el Tribunal Internacional de Justicia por genocidio. Sudáfrica es, además, el país de nacimiento de Elon Musk, ahora mano derecha del mandatario estadounidense.

En lo estrictamente comercial, las amenazas arancelarias de Trump impactan con diferente intensidad a los distintos BRICS. Por ejemplo, las sanciones a las importaciones de aluminio afectarían con dureza a Brasil, no a otros miembros del bloque, mientras que un arancel del 25% sobre los productos farmacéuticos golpearía significativamente a la India, que es, además, el país que impone los mayores aranceles a las exportaciones estadounidenses de todos sus socios comerciales. Desde el pasado 4 de febrero, todos los productos que EE UU importa de China ya están gravados con un 10% adicional a los ya existentes. La respuesta de los BRICS a la ofensiva arancelaria tampoco es, por tanto, parecida. Mientras China respondió con aranceles del 15% al carbón y al gas natural licuado, además del 10% al petróleo, maquinaria agrícola, camionetas y algunos coches de lujo, el primer ministro indio, Narendra Modi, viajó a Washington con la promesa de comprar más combustibles y aviones de combate para intentar lograr exenciones a los aranceles.

La fuerza del grupo

Pero no cabe duda de que el sur global ha entendido que solo en la unión reside su fuerza. “La crisis del multilateralismo es más multilateralismo”, defendía en Brasilia el titular de Exteriores brasileño, Mauro Vieira. Una prueba de fuego para el grupo será la reunión de la COP30, que se celebra en noviembre en Belém, en plena Amazonia, y a la que Lula quiere acudir con una posición común de los BRICS, especialmente en lo relativo a la financiación climática. Lo cierto es que el peso del grupo no se puede ignorar: ya lo integran 11 miembros, que, con datos de 2023, representan el 39% del PIB mundial (en paridad de poder de compra) y casi el 49% de la población.

Fue en 2001 cuando el economista jefe de Goldman Sachs, Jim O’Neill, agrupó en sus análisis económicos bajo el acrónico BRIC a los países que consideraba los mercados emergentes con mayor potencial: Brasil, Rusia, la India y China. Estos países acordaron en 2008 constituirse formalmente como grupo con el objetivo de coordinar políticas y posturas de los países emergentes frente al G-7. Un año después Sudáfrica se unió al bloque y desde el 1 de enero Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía, Indonesia e Irán se han incorporado como miembros de pleno derecho. Junto a estos, otros nueve países (Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Uganda y Uzbekistán) han obtenido el estatus de países asociados.


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Sobre la firma

Alicia González
Editorialista de EL PAÍS. Especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía, ha cubierto reuniones del FMI, de la OMC o el Foro de Davos. Ha trabajado en Gaceta de los Negocios, en comunicación del Ministerio de Economía (donde participó en la introducción del euro), Cinco Días, CNN+ y Cuatro.
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