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El buen humor de un 'joven airado'

David Lodge ridiculiza el ambiente académico en su novela 'El mundo es un pañuelo'

Nadie diría que este hombre con aspecto un tanto triste cambió un día los presupuestos radicales de la generación de los jóvenes airados (angry young men) por una literatura de humor tan británica que su autor ni concibe vivir fuera de las islas. David Lodge recuerda que todos los grandes escritores británicos, de Shakespeare a Dickens, escribieron con gracia, y que los británicos son "demasiado tímidos para tratar de cosas serias". Lodge viajó a Madrid para hablar de El mundo es un pañuelo (Versal), su aportación a lo que ya se llama literatura de campus.

Inspirado por los angry young men como Allan Sillitoe que en la tardía posguerra denunciaban en novelas duras la alienación del obrero en la cadena de montaje, o la del ama de casa en su chalé adosado al anonimato de los barrios industriales, Lodge, de 56 años, comenzó escribiendo textos como Ginger, you're Barmy (argot intraducible), sobre la mili obligatoria, hasta que en uno de sus destinos como profesor tropezó con el también escritor Malcolm Bradbury, se hizo amigo de él y con gran sorpresa escribió El Museo Británico se está cayendo, gran sorpresa por las carcajadas que comenzó a escuchar."La literatura de humor me liberó", dice Lodge con un gesto tímido que sólo le abandonará en los últimos minutos de la entrevista. "Si se escribe literatura de humor, uno se siente libre para tomar riesgos con el estilo. Por lo demás, creo que es más difícil escribir un libro de humor que una tragedia. Es muy difícil escribir una tragedia excepcional, pero es más difícil escribir un buen libro de humor que una buena tragedia".

Escritor estudioso, profesor de literatura durante 27 años en la universidad de Birmingham -un mundo académico que conoce hasta el extremo de poder ridiculizarlo en su novela-, Lodge piensa que se puede hacer literatura de humor básicamente a través de dos vías: las situaciones y el estilo. La primera es más difícil por cuanto la situación ha de ser preparada con talento y cuidado. Uno de los personajes de El mundo es un pañuelo se ve en un momento tan comprometido que termina utilizando su propia conferencia en un congreso profesional como papel higiénico.

En el humor del estilo todo depende de la situación de las palabras dentro de la frase. En determinada célebre novela de Ewelyn Waugh , el protagonista, un joven expulsado de Oxford, termina jurando contra las autoridades académicas... mientras se aleja en un taxi. Que el lector no sepa hasta el último momento que esos juramentos se realizan en un taxi es lo que les da fuerza.

"El humor reposa sobre todo aquello que alguien sin sentido del humor desecharía en una narración", comenta Lodge. "El novelista se ve obligado a recoger todo lo bajo, sucio, ridículo que le ocurre y que le pasa por su cabeza, porque de eso se alimenta. Si por ejemplo tiene la desgracia de asistir a una conferencia insoportablemente aburrida, debe sacarle partido".

Lodge ha tenido buen cuidado de que ninguno de sus personajes sean identificables con sus antiguos colegas. Igualmente, si todos los matrimonios que retrata son infelices, asegura, es porque el suyo es muy feliz. Aún así intuye que a sus hijos no les hace mucha gracia su trabajo de escritor. "No creo que deseen ningún reflejo de la gloria".

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