Saramago inauguró el curso sobre cultura portuguesa en La Rábida
"Ya es hora de que nuestra lengua se escuche aquí y el idioma de Camoens deje de ser algo lejano en España". Con estas palabras, el escritor portugués José Saramago abría ayer el curso que, titulado Metamorfosis de la cultura portuguesa en el final del siglo XX, reúne en la universidad Hispanoamericana de La Rábida (Huelva) a algunos de los más destacados intelectuales portugueses del momento. El seminario, en el que se analiza la actual situación cultural del vecino país y está dirigido por el propio Saramago, se prorrogará hasta el próximo viernes.El sistema de traducción simultánea preparado por la organización del encuentro falló y dió al traste con el deseo expresado por Saramago en la apertura del congreso, poniendo en evidencia la raíz de la distancia existente entre las culturas española y portuguesa: su proximidad. Como dijo un participante, "los españoles entienden el idioma portugués lo suficiente como para no estudiarlo, pero no lo bastante como para comprenderlo a fondo. Esta proximidad hace que nos entendamos sólo a medias, y esto es lo peor que puede ocurrirnos".
El ensayista Eduardo Lorenço relacionó en su conferencia, titulada Dos fines de siglo, el momento cultural vivido por Portugal a finales del siglo pasado con el actual. "A finales del XIX, como consecuencia de la generación del 70", dijo Lorenço, "se impuso en Portugal una línea literaria pesimista, depresiva y llorona que yo calificaría de funeral de segunda clase. El final del XIX portugués es un tiempo negativo, con grandes influencias francesas. Pero mientras que el cansancio francés obedece al goce y al lujo, el portugués fue el cansancio de la indigencia".
Lorenço explicó el "lentísimo pero constante" proceso que a lo largo de este siglo ha conducido a Portugal a una situación diametralmente opuesta, en la que se ha abandonado la secular tradición de tomar siempre modelos ajenos. El ensayista portugués afirmó que en su país se vive un momento particularmente "eufórico". "De afectación y complacencia de lo que se hace, al que quizá no le vendría mal un poco de autocrítica".
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