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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dinámica de paz

EL ACUERDO logrado entre el presidente de Angola, José Eduardo Dos Santos, y el jefe del movimiento rebelde UNITA, Jonas Savimbi, significa el principio del fin de una guerra civil que duraba desde la misma independencia del país, lograda hace 14 años. Pero también se sitúa en un marco más general: la dinámica de paz promovida en diversas zonas del mundo por las nuevas relaciones entre la URSS y EE UU, que se plasmó ya hace seis meses en el convenio para retirar a los cubanos de Angola y devolver su independencia a Namibia.Lo firmado en Gbadolite (Zaire) gracias a la intervención del presidente Mobutu y de otros líderes africanos es algo más que un simple alto el fuego, ya que prevé la superación de la guerra civil mediante la integración de los miembros de UNITA en la Administración, el Gobierno y las fuerzas armadas de Angola. Proceso que será sin duda complejo y dificil, pero que representa una nueva concepción del Estado angoleño, aparcando el dogmatismo marxista en el que se flindó. La idea de tolerancia y de reconciliación, con el objetivo de aunar energías para mejorar la suerte de un pueblo que ha sufrido lo indecible, se convierte en una base política flexible y pragmática, susceptible de abrir una nueva etapa en el desarrollo angoleño. Con posibles proyecciones en otros países: el presidente de Mozambique, Chissano, ve en el modelo angoleño una vía para superar la terrible guerra civil que le enfrenta con la guerrilla de su propio país.

En realidad, las luchas armadas, con sus secuelas ideológicas -consecuencia en gran medida del enfrentamiento planetario entre la URSS y EE UUtienden a esfumarse y, en cambio, prevalece una necesidad general de buscar soluciones de cooperación que permitan mejorar las condiciones desastrosas en que viven los pueblos de la región.

¿Cómo va a repercutir en Suráfrica la nueva dinámica de paz? Frederik de Klerk, el casi seguro sustituto del enfermo Pieter Botha al frente del Partido Nacional y del Gobierno del país, se ha declarado partidario de una política de reformas que conduzca a una Suráfrica "totalmente cambiada". No se pueden descartar, por tanto, medidas como la liberación de Nelson Mandela, encaminadas a una negociación con los auténticos representantes de la población negra -el Congreso Nacional Africano- sobre la evolución del país. Para el Gobierno de Pretoria se acercan momentos cruciales, porque, por la derecha, está sometido a presiones para mantener en toda su dureza el régimen de apartheid. En el plano internacional, sin embargo, ha dado pasos sustanciales a favor de la paz que puede abrirle espacios de cooperación económica muy fructíferos con sus vecinos, incluso con los Gobiernos más revolucionarios. Pero De Klerk necesitará para ello rechazar las presiones de un racismo blanco arcaico y asumir las nuevas realidades que predominan en el mundo.

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