Ambulancias crueles
El día 31 de mayo pasado, hacia las cuatro de la madrugada, fue avisada una ambulancia al servicio de urgencias de la Seguridad Social para el traslado de un enfermo que sufría disnea.Cuando llegó la ambulancia, tras una media hora de espera desde el aviso, el enfermo, Alfredo Guera Miralles, médico, se hallaba aún consciente y en perfecto uso de sus capacidades mentales.
Los camilleros fueron advertidos por el propio enfermo que el traslado debía realizarse sin brusquedad, ya que se podía producir un paro cardiaco. El personal de la ambulancia hizo caso omiso de estas recomendaciones, procediendo con movimientos bruscos a la preparación y traslado del enfermo desde el primer momento. Los camilleros se mostraron incapaces de realizar el descenso del enfermo desde la habitación que ocupaba hasta la ambulancia, precisando la ayuda de la esposa del enfermo, Celia Antolín Fernández, ATS, y que también se encuentra enferma.
Nada más llegar la ambulancia, y siendo el principal problema inmediato del enfermo el aporte de oxígeno, la esposa del enfermo solicitó la administración de oxígeno al paciente. Ésta fue denegada tajantemente por los empleados de la ambulancia, que se dirigieron a ella con malos modales. La ambulancia incluso carecía de una manta con la que proteger al enfermo durante el traslado, siendo necesaria la utilización de una manta propiedad del paciente. El traslado se efectuó bruscamente y sin ninguna atención al delicado estado del paciente. Advirtiendo la esposa del enfermo que los problemas respiratorios de éste aumentaban, solicitó nuevamente la aplicación de oxígeno. Los empleados de la ambulancia se negaron e impidieron violentamente la aplicación de oxígeno, sosteniendo las manos de la esposa del enfermo mientras era increpada con frases como "No se le ocurra tocar eso", refiriéndose a la botella de oxígeno.
La situación del enfermo empeoró y, coincidiendo con un brusco bache tomado por el conductor de la ambulancia, puso los ojos en blanco y perdió el conocimiento. Ingresó cadáver en el servicio de urgencias del hospital provincial Gregorio Marañón, de Madrid.-
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