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Nadie apuesta un fen

A pesar de que el juego es una pasión china, nadie sería hoy capaz de apostar un fen (céntimo) por el nuevo secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh), Jiang Zemin, a quien no han tardado en equiparar con Hua Guofeng. A éste le tocó lidiar con los últimos días del Gran Timonel, Mao Zedong. Desaparecido el líder, Hua no tardó en seguirle a la tumba política.

Jiang, nacido contra viento y marea al final de la era de Deng para controlar a un país que quiere libertad, no podrá sobrevivir en el posdenguismo, aseguran los expertos.

Aquellos años de 1976 fueron de estudio del marxismoleninismo y pensamiento de Mao. Ahora, en un culto a la personalidad ya casi olvidado, comienza el aprendizaje de memoria y razonado de los discursos de Deng Xiaoping. La elección de Jiang, como entonces la de Hua, parece obedecer a una misma razón: el perfecto ideólogo que sabe la lección al dedillo y será capaz de transmitirla a las generaciones venideras. Pero Hua no percibió, ni Jiang percibe, que el auditorio está vacío.

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El ascenso de Jiang refleja la división en la cúpula china

Jiang fue el primero de los dirigentes provinciales en apoyar la declaración de la ley marcial, el pasado día 20 de mayo. A imagen de su jefe supremo, el nuevo secretario general es partidiario de la apertura económica, pero no está dispuesto a permitir la más mínima libertad política.

Estudiantes e intelectuales lloraron en 1976 en Tiananmen la muerte Zhou Enlai, que precedió en ocho meses a la de Mao, y luego tuvieron que tomar refugio en los más recónditos rincones de China para liberarse de la caza de brujas.

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Hoy pesa una orden de busca y captura sobre los siete intelectuales más conocidos del país y sobre los 21 líderes estudiantiles que encabezaron las protestas de Tiananmen desencadenadas tras la muerte de Hu Yaobang. De éstos, ocho ya están en prisión y el resto ha logrado escabullirse.

Hua y Jiang son dos hombres oscuros que parecen compartir el mismo destino gris de ir contra reloj y no darse cuenta.

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