Descomposición de la sandía
, Lo contó para que acto tan solemne no quedara ajeno al humor albertiano, y sus amigos, extendidos por todos los ángulos del salón, no le sintieran convertido en un daguerrotipo. Hubo otros momentos populares en su discurso, pero éste, por referirse a sus inicios en la pintura, cobró especial significado: hablaba del Salón de Otoño de 1920, su primera exposición, y de su cuadro Nocturno rítmico de la ciudad. "Un juego de ángulos curvos, verdes claros y rojos, tachonados a veces de puntos negros, quería sugerir de manera decorativa, más o menos ingenua, el efecto lumínico de una ciudad moderna a vista de pájaro. El cuadro provocó la carcajada de todos los visitantes, burla general que llegó a concretarse en una divertida caricatura aparecida en la Gaceta de Bellas Artes. Al pie de una mofa angular y punteada de mi obra, el dibujante comentaba: Este nocturno rítmico, de día, / es una descomposición de la sandía".
La broma le halagó, y en vez de hurtarla la mostró corriendo a sus amigos de entonces. Los de ahora le agradecen el gesto, y recobran -bajo el frac- al Alberti civil. Curro Jiménez (perdón, Sancho Gracia) se esquina contra la puerta reconfortado, Paco Rabal balancea su enjundia de Juncal y Rosa Chacel asiente. Ana Rosetti y Clara Janés vieron que el frac no oculta a la sandía.
Concluyó pidiendo un puesto de cicerone para contar cantando a Zurbarán y a Goya: "podría ensalzar ante la gente a tan inmensos pintores". Dicho desde su voz pareció entenderse un deseo de recobrar aquel contacto secreto con la pintura, cuando el Museo del Prado era su casa. Un puesto de bedel en un museo por nadie visitado.
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