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ACERCAMIENTO ESTE-OESTE

La RFA tiene un 'gorbasmo'

, No cabía una aguja en la Marketplatz de Bonn, donde se halla el viejo Ayuntamiento de la capital federal, cuando alrededor de las once de la mañana de ayer llegó la quinta de las limusinas Zil, la que transportaba al presidente soviético Mijail Gorbachov y su esposa Raisa. De inmediato la muchedumbre empezó a corear: "Gorby, Gorby...". El líder soviético alzó sus brazos y saludó a la multitud que irrumpió en aplausos y gritos.

Tan solo una pancarta exhibía un reproche al personaje más popular de la RFA, y lo hacía en tono de humor. "Make love, not walls", decía el cartón pidiendo a Gorbachov que se dedicara a las artes amatorias y derribara el muro de Berlín. Los alemanes federales están teniendo un gorbasmo desde que llegó el líder del Kremlin.

Escolares se habían escapado de clase para ver al que consideran ya el "héroe pacifista". Ancianas con aspecto de votantes de la Unión Cristiana Democrática (CDU) intentaban ver de puntillas, por encima del gentío, a la pareja venida de Moscú. El entusiasmo de la población supera todas las expectativas, pero no es una sorpresa.

Todos los partidos del espectro político de la RFA, salvo la extrema derecha, han recurrido a la imagen de Gorbachov como "locomotora electoral" alemana en la última fase de la campaña para las elecciones europeas del 18 de junio. El líder soviético saluda sonriente desde los carteles de la CDU, del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) y los verdes.

"Un beso para Alemania"

El diario sensacionalista Bildzeitung, profundamente anticomunista, también ha caído presa de la gorbimanía. En su portada de ayer publicaba una foto del beso que Gorbachov dio a la estudiante Annete Lang en la sede de la presidencia de la República en Bonn. "Un beso para Annete. Un beso para Alemania", rezaba el monumental titular.

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Gorbachov se declaró ayer emocionado por la recepción que le otorga el pueblo de Bonn. "Estamos haciendo la política correcta si nos recibe así la gente. Me siento como en la plaza Roja de Moscú, entre mi gente". Malas lenguas sugerían ayer que si tuviera en Moscú el apoyo que tiene en Bonn, menores serían sus quebraderos de cabeza.

En el barrio gubernamental, al que Gorbachov acudió ayer a visitar a la presidenta del Bundestag, Rita Suessmuth, algún cartel era menos complaciente. "Querido Gorby, sabemos ahora que a ti te gusta mucho viajar. A mi prima Greta de Dresde (RDA) también. Y ella no puede. Muchos saludos. Anna", rezaba uno.

El lunes, Raisa Gorbachova había suspendido, en señal de duelo por la reciente tragedia ferroviaria en los Urales que causó centenares de muertos, un concierto previsto en la casa natal del ilustre ciudadano de Bonn, Ludwig van Beethoven. Raisa se limitó a visitar la casa del compositor.

Como ya es habitual, el atuendo de la primera dama soviética fue escrutado minuciosamente por la Prensa sensacionalista local. Seis vestidos en dos días ha lucido la señora Gorbachova y los pretendidos expertos en la materia no se ponen de acuerdo en valorar el acierto de su elección.

El proverbial mal clima de Bonn parece haberse rendido también a los encantos del líder soviético y las nubes han dejado estos días paso a un sol espléndido y temperaturas veraniegas.

La llegada de centenares de periodistas extranjeros y una numerosísima delegación soviética han saturado los restaurantes y bares de la pequeña aldea federal, en los que se oye hablar tanto ruso como inglés y alemán. Un ejército de periodistas anglosajones siguen la visita con tanto interés y mucha más suspicacia que sus colegas de otras partes del mundo.

Las secretarias de la administración gubernamental de Bonn, tan frecuentemente objeto de intentos de seducción por parte de agentes de países socialistas, sucumbieron ante el magnetismo, quizá menos interesado, de Gorbachov, y salieron en masa a saludarle cuando apareció en las inmediaciones del Parlamento. Gorbachov y Raisa también tendieron muchas veces la mano para saludar a enfervorizados admiradores cuando salían del Ayuntamiento, en compañía del alcalde de Bonn, Hans Daniels.

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