Mijail Gorbachov evita condenar la matanza de Pekín
, La Unión Soviética ha analizado por primera vez los sangrientos acontecimientos de China como "un asunto interno", en un precavido comunicado aprobado ayer por el Congreso de los Diputados, con objeciones por parte de sectores radicales demócratas que, a la vista de las tensiones nacionalistas en aumento dentro de la URSS, contemplan la matanza en la vecina China como un trágico presagio para su país.
Unas sesenta personas han resultado muertas y unas 500 heridas, según informaciones periodísticas, en dos jornadas de violencia, los dias 3 y 4 de junio, ocurridas en el valle de Fergana, Uzbekistán, adonde han acudido 7.000 soldados del ministerio del Interior, así como el titular de esta cartera.El conflicto enfrentó por una parte a uzbekos, la nacionalidad titular de la república, con los turcos mesjetinos, una comunidad que fue deportada desde Georgia a Asia Central en 1944 por Stalin. Unos 60.000 turcos mesjetinos residen en Uzbelcistán y de ellos 20.000 en Fergana, según dijo ayer ante el Soviet de las Nacionalidades, Rafik Nishanov, jefe del partido de Uzbelcistán, recién llegado de Ferganá.
A petición del Presidium, el Congreso, que reanudó ayer los trabajos tras una jornada de luto estatal, aprobó mayoritariamente un comunicado sobre China en el que se califican los sucesos de "dramáticos" , se afirma que "no es hora de sacar conclusiones irreflexivas y apresuradas" y se subraya la importancia de "buscar pacientemente aquellas adecuadas soluciones dictadas por los objetivos de la consolidación de la sociedad". El comunicado hace una advertencia contra "cualquier intento de presión exterior". "Tales intentos sólo avivan las pasiones y no contribuyen a la estabilización de la sociedad", señalaba.
La resolución, no debatida, fue votada a mano alzada por los diputados, que la aprobaron mayoritariamente. Los intentos de la diputada Galina Starovoitova, que votó en contra, de tomar la palabra no dieron resultado, como tampoco lo hicieron los del científico Andrei Sajarov.
En la primera sesión del Soviet de las Nacionalidades, Rafik Neshanov, candidato a la presidencia de esta Cámara del Soviet Supremo de la URSS, explicó su versión de los enfrentamientos étnicos en su república. Según Neshanov, todo comenzó cuando en un mercado de la región un turco mesjetino quería comprar fresas a una vendedora uzbeka. Irritado por el alto precio, el turco arrojó las fresas al rostro de la vendedora. Después vino una refriega en la que pereció un uzbeko y unos días más tarde, un grupo de unos 200 uzbekos, jóvenes entre 15 y 20 años, en parte borrachos y en parte armados, persiguieron a los turcos con palos, objetos metálicos y quemaron sus casas y vehículos. Tal situación, comparada por el diario Pravda con un pogrom, duró dos días y se mantuvo pese a los refuerzos policiales especialmente llegados a la zona.
Neshanov calculó en una cincuentena el número de muertos, 35 de los cuales según dijo eran turcos, 10 uzbekos, uno tadjiko y otro ruso. El máximo dirigente comunista de Uzbekistán dijo que las tensiones étnicas se habían avivado en su república en vísperas del Congreso de los Diputados Populares de la URSS. Sus explicaciones no contentaron a la Cámara. Los diputados del Báltico se opusieron a la elección de Neshanov como presidente de la misma, tal como había recomendado el Consejo de los Ancianos adscrito al Presidium del Soviet Supremo de la URSS. Las analogías con China, a la vista de las crecientes tensiones étnicas y económicas, eran ayer visibles en un simposium organizado por seis periódicos en la capital soviética, entre ellos El PAÍS. Egor Yakovlev, director del semanario Novedades de Moscú, dijo que la violencia en China era una advertencia de que los viejos hábitos morían con dificultad.
Señaló también que China, a diferencia de la URSS, había emprendido una reforma económica antes que una "reforma política" y que lo ocurrido confirmaba que la elección soviética era correcta. La versión oficial china, según la cual los estudiantes, son "contrarevolucionarios", gustará a muchos en la URSS, dijo YakovIev, ya que el burócrata siempre ha de buscar un enemigo.
Andrei Nuikin, un ensayista político de éxito, que compartía la desilusión de los intelectuales democráticos moscovitas a causa del carácter conservador del Parlamento soviético. Motivo de preocupación en estos medios es el protagonismo adoptado por el Ejército en el Parlamento, ya sea para apoyar la intervención militar en Tiflis como para atacar al académico Andrei Sajarov por sus declaraciones sobre Afganistán.
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