La España de siempre, en el Festival de París

ENVIADO ESPECIAL La segunda edición del Festival de París, que se desarrolla entre el 15 de mayo y el 30 de junio, tiene este año, en palabras del alcalde de la capital francesa, Jacques Chirac, a España "como invitada privilegiada". El certamen, que dedica cada convocatoria de modo especial a un determinado país -el año anterior fue a Italia-, consiste en un amplio conjunto de manifestaciones musicales y de danza destinado a un público vario y amplio. España contribuye al sostenimiento de los ciclos con patrocinios oficiales y privados.

La programación del festival tiene a lo español como protagonista casi total. El pasado día 17 la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE), dirigida por Edmon Colomer, abrió fuego e inmediatamente ocupo el escenario de la Opera Cómica La chulapona de Moreno Torroba por la compañía del Teatro de la Zarzuela, en tanto el Orfeón Donostiarra exponía polifonía española de ayer y de hoy en la iglesia de San Eustaquio.El cante y baile andaluz, los maestros españoles de varias generaciones ya impuestos en el repertorio parisiense (Arriaga, Falla, Albéniz, Turina, Granados, Monsalvage, Cristóbal Halffter, Luis de Pablo, Guinjoan) y otros algo menos difundidos aquí (Báguena Soler, José Luis Delas, David del Puerto, Enrique Rexack, holandés de Barcelona), las obras de nuestra edad de oro, la ópera dieciochesca de Martín y Soler Una cosa rara, montada por Jordi Savall, las actuaciones de nuestros grandes divos (Berganza, Caballé, Kraus, Carreras), la representación de Lucrecia Borgia, por el Liceo de Barcelona, el piano de Aliancia de Larrocha y el de Joaquín Achúcarro, el Trío de Barcelona y la Orquesta y Coro nacionales, constituyen presencias bien significativas.

Falla y Arriaga

Durante el fin de semana, la Orquesta de Cámara de Lausana, dirigida por García Navarro, interpretó dos conciertos en la sala Favart, con un programa casi idéntico, centrado en la Sinfonía de Arriaga, El amor brujo de Falla, con la mediana y forzadamente colaboración española de la mezzo Ewa Podles, y Las noches en los jardines de España, en la versión para orquesta de cámara éticamente fraudulenta y artísticamente decepcionante -se trata de un arreglo del maestro Eduardo Torres autorizado por Falla sólo para el consumo local de la desaparecida Orquesta Bética de Sevilla-, en las que asumió la parte solista Nelson Freire, con una intervención muy inferior a sus méritos.Mucho más brillante resultó la actuación del Coro y Orquesta nacionales bajo la dirección de Cristóbal Halffter en el teatro de los Campos Elíseos. Tras una limpia versión de la Obertura de Arriaga, fue largamente aplaudido el Segundo concierto para violonchelo del propio Halffter, admirablemente expuesto en su difícil parte solista por Heinrich Schiff. Obra de extraordinaria hermosura impuso al público que llenaba la sala la visión de una España actual y evolucionada aún partiendo de una sutilísima evocación de Federico García Lorca.

Enorme fue ,también, el triunfo de La vida breve, en versión de concierto con el casi imprescindible añadido de las castañuelas y el baile de Lucero Tena. Estas semanas España y lo español está de moda en la calles de París.