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Crítica:CABARÉ-TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Dos cuerpos de mujer

Hay dos bonitos cuerpos de mujer: desnudos. Tratados con una calidad teatral: cuerpos de aerobic, con algunas depilaciones estudiadas, con sus maquillajes; con actitudes que buscan una cultura antigua -la maja de Goya, una menina de Velázquez- o una estatuaria; con las luces dosificadas para sacar calidades deliberadas de la piel y las sombras. Un poco como de material plástico. Influidos por los desnudos fugaces de la televisión. Es decir, cuerpos teatralizados, más que con la directa rudeza, que suele ofrecer el género, metidos en alguna pequeña anécdota argumental, tenue: con vocación actoral, por lejana que esté.Estos dos cuerpos de teatro -los de Diana de Pedro y Tatiana Padrón- responden a la intención de este espectáculo hecho por Cosme Cortázar, actor también con una presencia escénica muy poderosa. El espectáculo La menina desnuda no responde enteramente a lo que autoproclama el programa: "Con Imaginación, Humor y Amor, el Cabaré Portátil quiere rescatar el Streep-tease y sacarlo de la miseria en que vive" (las mayúsculas y la ortografía inglesa son suyas): no se rescata nada, pero se introduce teatro, y eso siempre es de estimar. Las anécdotas de los numeritos -metidos dentro de una hora de duración total- tienen un humor muy ligero, una imaginación escasísima y ninguna clase de amor, ni con mayúscula ni con minúscula. Se va a lo de siempre: remedos plásticos o de cera de penes -alguno real y elegido, pero mirando siempre hacia el suelo con absoluta y decente humildad-, a los que se tributa la antigua adoración que hoy está en baja; ficciones de lesbianismo coreográfico o de algún otro acto sexualoide; pequeños chistes basados siempre, como manda el tópico, en esa frustración sexual del pomo cómico que tanto ha contribuido a lo largo de los tiempos a crear ansiedades y represiones.

La menina desnuda

De Cosme Cortázar. Intérpretes: Alfonso Asenjo, Diana de Pedro, Tatiana Padrón, Cosme Cortázar, Costa Paladines, Luis Garbán, Gualberto Rodríguez. Teatro Alfil, 19 de mayo.

Ni verídico ni cotidiano

Nadie debe creer -aunque se afirme en el programa- que "todo es verídico y cotidiano", porque no lo es. Tampoco se puede confundir con el antiguo y hoy poco cultivado en España -en Europa y en América todavía sigue- "cabaré literario", que debe de tener ahora más de 100 años , y apenas está impregnado de él, por mucho que se aluda a Goya y a Velázquez y a otras formas de cultura, y por el tono de protesta política de alguno de sus actos y de algunas de sus canciones (intérprete, como presentador, Costa Paladines).En todo caso, cumpliendo esta condición del cabaré de manifestarse after hours -la madrugada del Alfil-, y entre copas y humo de cigarrillos, tiene mucha más voluntad teatral de lo que es costumbre: la manera de comprimir los pequeños cuadros en poco tiempo, la condición personal de Cosme Cortázar, la forma de relacionar los personajes entre sí tratando de justificar los pretextos, el hecho de que los intérpretes traten de ser algo más que cuerpos. Sería interesante que no fuese el final de algo -la forma de terminar una aventura en el campo del teatro-, sino la de empezar con más. Para lo cual necesitaría más audacia, algo más de ruptura y libertad, ya que utiliza un marco, una hora y una época que se lo permiten, y que tiene un público joven -y, en una noche de víspera de fiesta, numeroso y entusiasta- que probablemente va más allá en lo que quiere ver y oír. Deja, sobre todo, en la memoria los dos cuerpos de mujer y la condición escénica de Cosme Cortázar.

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