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Cristino de Vera recoge su obra en una retrospectiva

El artista desea transmitir al espectador "ese enigmático sentido de la belleza"

Cristino de Vera, uno de los pintores más singulares de la plástica española contemporánea, abandona sus dos años de "silencio artístico" para ofrecer en su isla natal, Tenerife, la colección más completa de su producción pictórica jamás reunida. El pasado jueves se inauguró en la sala de exposiciones de Cajacanarias, en Tenerife, una exposición antológica que hace repaso, a través de 100 cuadros, a sus 35 años de trayectoria profesional.

La muestra es un reconocimiento de las islas al compromiso insobornable del creador con su interpretación existencialista del drama humano. "Tengo la sensación de que salgo del agujero en que siempre he permanecido para reencontrarme con una obra que he pintado siempre por miedo a la muerte", declaró Cristino de Vera.En los cuadros que se exhiben flota el deseo del artista de transmitir al espectador "ese enigmático sentido de la belleza". Sus bodegones, paisajes y figuras, composiciones que marcan el sino de su pintura, desprenden poesía y religiosidad de un hombre del siglo XX. Él mismo lo ha confesado: "Quisiera en mi trabajo que todo tuviera un aire poéticamente remansado, que pareciese que lo fugaz es detenido, que huyese la angustia y el silencio de paz lo envolviese todo; que la misma muerte fuese clara y diáfana, como una melodía silente donde todo fuese' armónico". La obra ha sido seleccionada, en la Península y Canarias, por los tres comisarios de la exposición -Ana Vázquez de Parga, Lázaro Santana y Magda Lázaro- entre los fondos de colecciones particulares y del Centro de Arte Reina Soria de Madrid y el Museo de Bellas Artes de Álava (Vitoria). Muchos de estos cuadros nunca han sido exhibidos públicamente.

Cristino de Vera se conectó con los ambientes culturales del país desde que, en 1951, decidió viajar a Madrid para asistir a las clases del taller de Daniel Vázquez Díaz. Durante sus asiduas visitas al Museo del Prado recibió el impacto de clásicos como el Greco, Velázquez o Zurbarán, que marcaron la impronta de su pintura espiritual. Su pasión por la luz la desató en su isla de origen; Machado y san Juan de la Cruz le enseñaron a desvelar el alma de las cosas y los lugares. La pintura de Van Gogh puso el resto. El encuentro con la obra del pintor holandés fue el descubrimi,ento de su vida. Fue en París: "Allí estaba la vocación total, allí estaba el espíritu en cueros vivos", confesaría, emocionado el pintor canario. En sus últimos cuadros, pintados este año Cristino insiste en algunas de las claves que mejor definen su trabajo; los cráneos, como símbolo de la muerte, y el Toledo del Greco, su paisaje recurrente.

Artista ensimismado

Para el ensayista Domingo Pérez Minik, Cristino de Vera, de dificil encasillamiento, "expulsado" de todas las academias, alejado de todas las capillas, es "para nosotros", indica, "un quebradero de cabeza, también un orgullo, el espectáculo más vivo". Ana Vázquez de Parga califica como "oportuna" esta muestra antológica, en un momento de vacío en que "todo vale en el arte porque ne, hay nada y en el que el discurso de: las ideas se ha reducido al de la palabra". Define a Cristino como un artista ensimismado, silencioso y profundo en sus planteamientos estéticos. El recotrido de la exposición descubre ante el espectador siete grandes universos temáticos en su obra, en opinión de la comisaria de la misma: su deslumbramiento ante la naturaleza (primeros paisajes), el hombre solo ante Dios (la paletia se ensombrece y el trazo es largo), el hombre en solitario que descubre al hombre (pinta objetos cotidianos y reaparecen los pigmentos rosas y malvas), el hombre ante los objetos que le rodean en soledad (la técnica es más delicada y puntillista), la presencia de la muerte en la soledad que rodea al individuo (el color llega a su apogeo en sus crucifixiones), la muerte como elemento cotidiano (el cráneo, uno de sus símbolos preferidos, se instala en el alféizar de las ventanas) y la serie de los toreros (sentido lúdico del riesgo que abre nuevas posibilidades a su pintura)".

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