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Dawkins: "Nuestra misión en la tierra consiste en perpetuar los genes"

El biólogo británico Richard Dawkins no admite a estas alturas del milenio que pueda haber una teoría sobre la evolución de la vida más acertada que la de Charles Darwin, basada en la selección natural, aunque reconoce con reticencias que no toda evolución tiene por qué ser darwiniana. Dawkins considera que la esencia de la vida son los genes, y que nuestra misión en la tierra no es otra que la perpetuación de los genes más fuertes. "Nosotros sólo somos la máquina que permite que ellos se perpetúen", afirma.

Critica con la fuerza de sus argumentos científicos otras teorías alternativas sobre el origen de la vida, como el mutacionismo o el neutralismo, y no duda en tachar de ignorantes a quienes aún creen que el artífice del universo fue una conciencia inteligente y superior. "El universo ha sido creado por las fuerzas ciegas de la física, y estas fuerzas son las que sustentan la teoría darwiniana de la evolución, que no está basada en la casualidad o el azar , sino en la selección natural".Dawkins, que nació hace 48 años en Nairobi (Kenia) -"nací allí", dice con ironía, "porque mi padre fue uno de los forjadores del imperio británico"-, imparte clases de comportamiento animal en el New College de la universidad de Oxford y ha sido discípulo y colaborador del Nobel recientemente fallecido Konrad Lorenz. Dawkins es un darwinista casi dogmático que se ha convertido en un autor muy leído gracias a un bestseller de 1976 titulado El gen egoísta y a su nueva creación literaria, El relojero ciego, de reciente publicación en España. "Nuestra misión en la tierra no es otra que propagar los genes, que son nuestras huellas en el universo. En realidad sólo somos unas máquinas que existimos en función de la supervivencia de los genes. Estamos aquí para perpetuar a los genes más fuertes, que surgen de mutaciones al azar, pero no podemos predecir cuál será su evolución".

El juego de la evolución

Este profesor, que acude a diano a su trabajo en bicicleta, ha venido a España invitado por la universidad Pública de Navarra. Su pasión por la programación de ordenadores le ha servido para desarrollar y ampliar las bases de la teoría evolucionista a partir de lo que él llama "el mundo de las bioformas". Dawkins, al contrario de Darwin, que creía en la evolución unidireccional, crea el concepto "selección natural acumulativa" a partir de una molécula inicial sujeta a mutaciones al azar. Para cerciorarse de esa idea utiliza su ordenador y recrea un programa informático al que llama El juego de la evolución.

Dawkins introdujo en el ordenador una variable básica en forma de árbol ramificado que hacía las veces de un sistema embrionario y nueve variantes numéricas a modo de genes que pudieran actuar al azar sobre las ramificaciones y hacerlas variar constantemente. "En realidad quería demostrar el poder de la selección acumulativa sobre las mutaciones al azar. Y el resultado fue que de una forma básica muy sencilla surgieron formas complejas que se parecían a seres vivos conocidos, arañas, insectos. Si esto lo hacía un simple ordenador en media hora y artificialmente qué no podrá hacer la naturaleza de forma natural y en miles de años".

Mutaciones

En su opinión, las posibles variaciones que pueda hacer el hombre en la naturaleza mediante la ingenieria genética no supondrán una ruptura del equilibrio evolutivo natural. Dawkins cree que las mutaciones naturales no van dirigidas hacia una mejora de las especies, pero estima que el azar con que se producen está relacionado con la radiación cósmica. "Cualquier cambio en este sentido", advierte, "provocaría un aumento de esas mutaciones".

Dawkins afirma que en el universo puede haber muchas formas de vida, "y aunque en los detalles sean diferentes, todas ellas habrán surgido de una selección natural darwiniana". Él está convencido de que la vida surgió al azar de un caldo primigenio, y que la esencia de ese caldo fue una molécula de ADN capaz de replicarse. "Las teorías que predicen que la vida pudo llegar a la Tierra procedente del espacio exterior son pura ficción científica", afirma categóricamente.

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