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Exito de público en la XIII Feria del Libro Antiguo y de Ocasión

El número de expositores supera al de 1988

El pasado viernes se inauguró la XIII Feria del Libro Antiguo, y de Ocasión en el paseo de Recoletos de Madrid. La feria reúne a 45 libreros expositores de varias provincias y permanecerá abierta hasta el próximo 21 de mayo. Nombres tradicionales en el mercado del libro antiguo, como Berchi, Muntaner, Sarda, Negueroles, Blázquez, Escalinata, Renacimiento y San Ginés ofrecen una amplia gama de volúmenes en un acontecimiento cuya misión, en palabras de Ricardo Gullón, es "transmitir el acervo cultural a través de la conservación y difusión de los libros antiguos".

En la jerga editorial se denomina libro vivo -aunque ellos dicen título-a aquel que figura en ese gran mausoleo difícilmente manejable que es el ISBN. Ello quiere decir que se trata de un libro que está en el mercado, que se puede adquirir, que basta con dirigirse a una librería o a la propia editorial para conseguirlo. Es un decir; el ISBN en su actual edición está superrecargado de erratas, y muchas veces la búsqueda de ese libro vivo resulta infructuosa, pues ni sus editores son capaces de localizarlo, y su hipotética presencia en los estantes de nuestras librerías -inundadas de novedades inútiles- resulta ser una entelequia.Muchas veces, centenares de ejemplares de esos títulos esquivos yacen en húmedos sótanos como si fueran olvidados o inaccesibles. Y no lo están, y se nos dice una y otra vez que con la extensión de la informática todo eso se va a resolver. Por el momento, muchos -o algunos- casos en los que grandes editoriales deciden informatizarse desembocan en unos primeros tiempos bastante caóticos.

Sin ordenadores, sin ISBN, en casetas algo más correctas que las de antes, ayudados por amigos y parientes o por algunos estudiantes en paro, a trasladar a brazo sus queridos ejemplares, los libreros de viejo han instalado por decimotercera vez su feria en el Paseo de Recoletos, al lado de Valle-Inclán y el café Gijón. Pese a que lo que venden no es un producto nuevo, pagan IVA, aunque los clientes no lo sepan Los precios suben sin parar -no van a ser menos- pero hay más casetas que nunca, un tercio más, ya que una nueva asociación se ha unido a la pionera de Libreros de Lance. Abundan los catálogos, en su mayoría ciclostilados, y también brilla el desorden, que a veces es sinónimo de libertad y de aventuras. Los nuevos del final, que ya han alcanza do al Gijón, reparten la lista de sus miembros, y hasta hay un librero que distribuye una octavilla fotocopiada, cuya presentación concederá al cliente una re baja del 10% hasta el próximo 30 de septiembre. ¿Y si fotocopian la fotocopia? Decididamente no tomará vacaciones.

Libertad y aventura

Sí, ya lo sabemos desde siempre y cada vez más. El libro viejo no rescata de nosotros mismos, nos singulariza de la uniformización social que padecemos, entre prisas y escandalillos que desaparecen a toda velocidad. Pues además, el libro viejo otorga a la literatura la posibilidad de ejercer s doble vocación, la de la continuidad y la de la libertad. "Más libros, más libres", reza el lema del librero citado anteriormente.En esta sociedad abierta en que vivimos todo se suele cerrar más deprisa que nunca. Beau Brummell era un original e imponía la moda, que era una cuestión de pocos: hoy el marginal, el singular, es quien no la sigue, pues la moda uniformiza y banaliza.

El ilustre maestro don Fernando Lázaro Carreter pronunció el pregón de apertura, cálido, penetrante y sabio, como siempre, del que sólo quisiera matizar una frase. Lázaro habló del libro huérfano de dueño, pero pienso que también los lectores estamos siempre huérfanos de libro, de ese libro que necesitamos como el comer o como el amar. Claro está que se trata de un mercado, y que como tal obedece a leyes comerciales generales: véanselos precios. Pero no es menos cierto que se trata de un mercado muy específico, y que en ocasiones esas leyes se tambalean, y que además surgen otras nuevas perfectamente originales. Uno puede encontrar un mismo libro a mitad de precio en la caseta de al lado o en otro catálogo, buscar un título y encontrarse con otro que se impone como el relámpago, libreros refinados que sólo venden lo exquisito, y otros que sólo persiguen la ocasión y el precio fácil. Y sólo se puede seducir a un librero de viejo dejándose seducir por él, y siempre se suele tratar de amores bastante difíciles, los que, como se sabe al final, cuando duran, son los mejores.

Herencia de lector

El libro viejo es libertad, continuidad y aventura. Nos devuelve el pasado, ese pasado tan manipulado y a merced de mentiras y calumnias de cualquier botarate engreído, y que siempre se puede conocer aquí, en esas luminosas y polvorientas casetas del Paseo de Recoletos, entre codazos y aglomeraciones, donde los amigos apenas se encuentran porque están mirando otra cosa. Y sin ese pasado nunca tendremos un presente de verdad. Y del futuro, que hablen los políticos, que son quienes viven de él, o al menos, quienes nos lo venden. Don Enrique Tierno, nuestro primer gran alcalde democrático, fue un patrocinador y protector de esta feria desde el principio, y uno de sus buenos clientes, y además hasta ha dejado discípulos. La de Barcelona agoniza, mientras la de Madrid florece. Y aquí, desde luego, todos los que compran estos libros únicos son lectores de verdad. Otros dicen que son coleccionistas o inversores. ¿Inversores de qué? ¿Cuándo han visto a uno de ellos desprenderse de un ejemplar querido o importante? Eso queda para los herederos, cuando sólo heredan lo que no deben. Pero así, al final, sólo los lectores heredarán a los lectores. Algo es algo.

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