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Tribuna
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Tráfico de abonos para la feria

Por fin se salieron con la suya: implantar la tarjeta de abono única para la feria de san Isidro de Madrid (y, previsiblemente, para la de otoño). El objetivo fundamental era "acabar con la reventa", según acuerdo de la Comunidad de Madrid con la empresa cogestionaria de la plaza. También se pensaba que al forzar a los abonados a sacar una tarjeta, en vez de fajos de entradas para los veintitantos festejos, se cortaría la proliferación de "reventas no profesionales" que hacían su agosto en las corridas con fuerza taquillera.Todo ha salido al revés de como se planteó. El abono se ha vendido bastante bien y sólo han quedado en taquillas los abonos malos. Las agencias del 20% han sacado los suyos y los han despachado completos a sus clientes. Los cientos de tarjetas en poder de negociantes han creado un mercado nuevo, de precios prohibitivos. Un conocido reventa con nombre de torero vendió a tres veces más del coste un abono de tendido bajo del nueve. Aparcacoches, encargados de mesones, conserjes de hotel, entre otros, han canalizado un soberbio tráfico de abonos a superprecios de abuso. "Va a ser imposible conseguir entradas para corridas sueltas", es una de las consignas orquestadas para aupar los precios de la especulación. Ejemplos de operaciones hechas: tendido nueve, fila seis, cuyo precio oficial es de 72.150 pesetas, vendido por 200.000 pesetas; tendidos del 10, fila 11, con precio oficial de 58.200 pesetas, vendidos a 120.000 pesetas.

Añádase a esta especulación la que procede de la propia política de precios de Comunidad y empresa. En las localidades de 1987 hubo un aumento del 5'7%, por regla general. Este año los aumentos han girado en torno al 11 % para las corridas de toros y del 11'70% para las novilladas. ¿Quién justifica esto?

Comenzará la feria de san Isidro esta semana y habrá nuevos movimientos de reventa alrededor de la plaza. Todo está inventado: desde la fianza en metálico a la entrega de reloj, para garantizar la recuperación de, la tarjeta. En Sevilla los revendedores suben al tendido empezada la corrida, a recabar las tarjetas de los clientes; las de hoteles se entregan en conserjería antes de las 10 de la noche.

La empresa ha impreso al reverso de las tarjetas de abono que "no se responsabiliza de la pérdida". Cuando los numerosos carteristas que operan en las apreturas de Las Ventas se hagan con las tarjetas, será curioso ver a la policía levantar de sus asientos a los ocupantes de los mismos sin título legal claro.

Hubo quien durmió en la cola

El 4 de mayo se abrieron las taquillas para despachar teóricamente los nuevos abonos disponibles. Gente hubo que durmió en la cola. Lo que salió a la venta era malo. Después la Comunidad anunció que se suspendía la venta de abonos para asegurar un cupo de localidades para cada corrida. Era el subterfugio para sacar a taquilla billetes sueltos. El tráfico de entradas aumentara, sin duda, en vísperas de los grandes acontecimientos: Curro, Espartaco, Litri, Joselito.Alguien de la Comunidad, de la empresa o de Interior tendrá que analizar cuidadosamente lo que ocurra en estos próximos días. Tal vez de ese análisis salga una vuelta a la tradición de las entradas en la feria de otoño, ya bautizada por muchos como la feria del trágala.

Mala cosa era la reventa antes de ahora, pero tan arraigada que hacía falta mucha más imaginación que la de crear una simple tarjetita de abono para acabar con ella. Al final ha sido la reventa quien ha salido favorecida con todo esto. Más dinero ganado, menos trabajo en la calle y el final de ese bochornoso espectáculo de la policía deteniendo a los revendedores con los manojos de billetes ocultos bajo el cinturón. Me alegro por El Málaga, El Manco, El Jalifa, El Maño, El Tejereño, El Corco, El Rubio... Siempre fue mucho más fácil detener a los reventas que a los carteristas.

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