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Las reservas de divisas aumentaron en 1.820 millones de dólares durante el mes de abril

El aumento de las reservas de divisas durante el mes de abril, 1.820 millones de dólares, pone en tela de juicio los efectos de las medidas de control de cambios que impuso el Banco de España a principios de febrero, después de que esta partida de la balanza de pagos experimentara un salto de casi la misma cuantía que el actual. Entonces se intentó frenar la entrada de dinero caliente por sus efectos negativos sobre la competitividad de las exportaciones españolas, pero se ha mantenido el ritmo de crecimiento de los tipos de interés y, con ellos, el atractivo de las inversiones en pesetas.

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Los dos meses siguientes a las medidas restrictivas que impuso el Banco de España para frenar la entrada de dinero foráneo se saldaron con una reducción de las reservas de 632 millones en febrero y un aumento de sólo 44 millones en marzo. Ahora, con este fuerte incremento de la cantidad de divisas que mantiene inmovilizado el Banco de España se ponen de manifiesto las presiones alcistas sobre el tipo de cambio de la peseta, es decir, se mantiene la posibilidad de nuevas apreciaciones de nuestra moneda.Este repunte de las reservas centrales de divisas significa que las entradas de capitales superan, con creces, a los pagos por déficit comercial y por cuenta corriente, a pesar de que éstos han aumentado considerablemente en los últimos tiempos. El volumen de estas espectaculares importaciones de capital está respaldado por el diferencial de los tipos de interés entre España y los países de nuestro entorno, con lo que resulta muy atractivo invertir en España.

Durante el mes de abril, el Banco de España mantuvo una política de drenaje de liquidez del mercado monetario en lugar de subir los tipos de interés, en parte para reducir su capacidad de atracción sobre las entradas de dinero caliente. Sin embargo, y ya a final de mes, el tipo marginal de las letras del Tesoro aumentó en medio punto, hasta situarse en el 14,5%, en la última subasta de estos activos. Curiosamente esa subida no fue seguida, este mismo jueves, por un endurecimiento monetario en la subasta de préstamos de regulación monetaria, que, contra la mayoría de los pronósticos, repitieron su tipo de interés al 13,75%.

El Banco de España acumula, a 30 de abril, casi 43.000 millones de dólares (unos cinco billones de pesetas) como reservas de divisas. Así, el volumen de reservas acumulado hasta el momento, además de ser el mayor en toda la historia de la economía española, equivale a más de 12% del producto interior bruto del último año (339.000 millones de dólares, según las estimaciones de la OCDE).

Financiación del déficit

Tras la última elevación de las reservas centrales, los analistas constatan que la velocidad de entrada de dinero foráneo es superior al ensanchamiento del déficit comercial. Con estas reservas, aparentemente, no resulta muy preocupante alcanzar un déficit por cuenta corriente de 8.000 millones de dólares durante este año; sería sólo el 22,75% del total acumulado en las arcas del Banco de España como reservas.Pero el problema es que todo ese dinero son fondos inutilizados que, de estar en el mercado, dispararían al alza la cotización de la peseta en los mercados de cambios, es decir, harían aún más caro y difícil exportar, y abarataría las importaciones de bienes extranjeros.

Esta situación significa que el superávit de la balanza por cuenta de capitales (la entrada de dinero extranjero) es muy superior al déficit por cuenta corriente (los pagos por el importe en el que las compras de bienes y servicios al exterior superan a nuestras exportaciones). Esto eleva la demanda de pesetas en los mercados de divisas internacionales y presiona al alza la cotización de la peseta frente a las principales divisas. El resultado es una moneda fuerte, lo que encarece aún más las exportaciones y abarata las importaciones, lo que podría ensanchar aún más el déficit comercial de la balanza de pagos.

Lo curioso es que esa fortaleza de la peseta no se debe a una posición comercial segura sino sólo al atractivo de las inversiones -fundamentalmente financieras- en España. El problema inmediato es que esta fortaleza puede desbaratarse de un día para otro si los inversores extranjeros a corto plazo deciden deshacer repentinamente su inversión. Algo así ocurrió en Francia a principios de esta década y puede repetirse en un momento de incertidumbre o crisis.

Contra esas medidas juega el atractivo de los mercados financieros españoles para el dinero extranjero. El problema es que esos 42.912 millones de dólares de reservas son un volumen de fondos muy importante y totalmente inutilizados. Están ahí, simplemente, para mantener en una banda estable el tipo de cambio y por si, en un momento de crisis, los inversores extranjeros deciden repatriar sus rentas.

La presión alcista sobre la peseta que provocan estos 1.820 millones de dólares entorpecen la competitividad de las empresas españolas y puede poner en cuestión una aceptable incorporación de la peseta en el Sistema Monetario Europeo.

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