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Los dólares del Tío Sam

¿Será de esperar una próxima reducción de los 3.000 millones de dólares otorgados anualmente a Israel bajo forma de asistencia militar y económica? En el Departamento de Estado como en la Casa Blanca se asegura que "nada ha cambiado" al respecto. "Israel no tiene nada que temer para 1989, ni para 1990...", nos dice en Washington un experto en el tema. ¿Pero en 1991, es decir, mañana?El influyente senador demócrata Daniel Inouye, fiel amigo de Israel, se preocupa. Preside el famoso Appropiation Committee, organismo en el que debe ser aprobada la ayuda al extranjero propuesta por el presidente, y su opinión tiene gran peso. En el pasado siempre se opuso categóricamente a quienes querían reducir la ayuda a Israel. "Israel nos lo paga, y ampliamente, aunque no fuera sino por la gran calidad de información militar que proporciona a Estados Unidos", solía decir.

Hoy el senador Inouye se niega a comprometerse en este asunto. Cita el inmenso déficit norteamericano. Y añade: "En nuestro sistema político, congresistas y senadores observan desde muy cerca la evolución de las actitudes y sentimientos de los electores". Una advertencia de considerable talla para el Gobierno de Shamir.

El representante demócrata Lee Hamilton, presidente desde hace años de la subcomisión del Congreso para Oriente Próximo, nos dice que Israel no debe temer presiones brutales, como la amenaza de reducción de la asistencia financiera. En primer lugar porque Israel, "aun cuando haya divergencias de opinión, sigue siendo un aliado precioso, respetado, un país cercano a EE UU". Luego, porque una presión brutal sería "contraproducente". Temeroso de su seguridad, de su supervivencia, Israel corre el riesgo de replegarse sobre sí mismo. "Una fortaleza sitiada ciega todas las ventanas", nos dice un asistente de Hamilton. Dicho esto, hay otras presiones, más sutiles y no menos eficaces, "como la presión ejercida en un diálogo político franco, paciente, pero riguroso".

En caso de que eso sucediera, la Administración de Bush, liberada de la vigilancia proisraelí del Congreso y de los medios de comunicación, podría iniciar un giro. Sobre todo si la distensión global entre Washington y Moscú se profundiza. Entonces los bloques estratégicos, herencia de la guerra fría, perderían gradualmente su importancia. Eso es lo que temen los amigos de Israel en Estados Unidos.

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