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FERIA DE ABRIL

La corrida de ayer fue apazada a causa de la lluvia

Se celebrará a mediodía de hoy, con el mismo cartel y dos toros sustituidos en el reconocimiento

ENVIADO ESPECIALUna lluvia torrencial, que empezó a caer poco antes de las cinco de la tarde, obligó a suspender la corrida de ayer, tercera de la feria de Sevilla, cuyo cartel anunciaba toros de Ramón Sánchez Recio, para Julio Robles, José Antonio Campuzano y Fernando Cepeda. El festejo estaba rodeado de expectación, como todos los de la feria, con el taquillaje vendido en su mayor parte, y hasta las 18.30 en punto, hora señalada para su comienzo, se estuvo apurando la posibilidad de que pudiera celebrarse. El ruedo había sido protegido con plásticos, que no llegaron a levantarse.

Pocos minutos antes de la hora en que debió sonar el clarín arreció la lluvia y se determiné el aplazamiento del festejo a esta mañana, a las 12.30, con el mismo cartel. Dos toros de la ganadería anunciada han sido sustituidos por otros tantos de Ramón Sánchez Rodríguez. El ganadero titular presentó a reconocimiento nueve reses, cinco de las cuales fueron rechazadas por los veterinarios.El toro se ha convertido en el tema central de discusión entre aficionados, nada más empezar la feria. Al criterio general de que hay un toro-de-Sevilla, que esta afición define recortado, proporcionado, bonito de lámina y serio, ha sucedido la alarma por el abuso de los taurinos profesionales que, manipulando interesadamente una opinión tan perfectamente válida como la mencionada, intentan que sea idóneo en la Maestranza el toro sin trapío.

La mayor parte de la afición sevillana consideró intolerable la corrida de Juan Pedro Domecq, del viernes último. Salieron tres reses anovilladas, otras tres con más hechuras pero inválidas, casi todas exhibieron una nobleza aborregada, y aunque varias se dejaban pegar pases, ninguna era útil para la lidia porque no resistían la ejecución en regla de los tercios. Los de varas constituyeron un simulacro. Las caídas continuas del sexto toro provocaron fuertes protestas del público que, inexplicablemente, no fueron atendidas por la presidencia.

Dos días antes de empezar la feria, la Junta de Andalucía hizo público un comunicado dando cuenta de los expedientes que había tramitado por infracciones al reglamento durante 1988. 20 de ellos se referían a presunto afeitado de las reses, de los que nueve han sido sobreseídos. De los 11 casos restantes, tres tienen sanción firme, dos se encuentran en período de trámite administrativo y seis han sido recurridos por los ganaderos afectados.

Estos 11 casos forman parte de la totalidad de los dictámenes de afeitado correspondientes a la temporada 1988 en toda España, que fueron emitidos en su día por la Escuela Nacional de Sanidad, y comunicados al Ministerio del Interior, para que procediera en consecuencia (ver EL PAÍS de 31-12-1988). Según el trámite procedente, Interior trasladó a las Comunidades Autónomas que tienen transferidas competencias en esta materia, los resultados de los dictámenes sobre afeitado que se habían producido en los cosos de su ámbito territorial. A partir de esta comunicación, la Junta inició los expedientes sancionadores. De cualquier forma, para muchos aficionados sevillanos el elevado número de casos de presunto afeitado que se habían producido en la feria de 1988 constituyó una sorpresa, y para otros una confirmación de sus sospechas.

Cruce de interés

El cruce de intereses que existe en el mundo ganadero y, en general, en el profesional taurino, no puede ocultar la inquietud que produce entre la afición verdadera esta pretensión reiterada de que sea considerado toro-de-Sevilla el que no tiene trapío ni fuerza

Estas cuestiones comentaban anoche grupos de aficionados sevillanos, mientras el aguacero caía sobre la ciudad. Aún en el coso, poco antes de la suspensión, el público elaboraba previsiones artísticas. Decían unos: "Esto va para largo, pues las nubes vienen de Algeciras". Y otros: "Vienen de Huelva, que aún es peor". Ambos sectores de meteorólogos improvisados dejaban caer estas manifestaciones con cierto tonillo mortificante y mirándose de hito en hito. Seguramente en su vaticinios no todo era meteorología.

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