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Duelo de popularidad

Antonio Caño

Mijail Gorbachov, resistió con éxito las primeras acometidas de Fidel Castro en el terreno en el que el líder cubano es maestro, el de la simpatía, la espontaneidad y la comunicación. Más serio y comedido que su interlocutor, Gorbachov supo, sin embargo, estar a la altura de uno de los más grandes seductores del mundo. Se puede decir que el primer duelo de popularidad acabó con un empate.Castro, más alto y efusivo; Gorbúchov, más chiquitico -como observó el público que siguió el cortejo de bienvenida- y discreto. Pero a la hora de presentarse por primera vez ante las pantallas de la televisión, el líder soviético se elevó y fue capaz de aguantar brillantemente los abrazos y los golpes con el dedo sobre el pecho a los que Castro es tan aficionado.

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En un momento de la conversación, distendida y amigable, Gorbachov sacó un peine para acariciarse la calva. Castro no dudó en comentar que él nunca se peina, pero que ahora, ante la presencia en el país de tantos camarógrafos extranjeros, había decidido peinarse y vestirse correctamente. "No te preocupes Fidel, te ves muy bien", le animó Gorbachov.

Castro, que ya había estrellado dos besos generosos sobre las mejillas de Raisa Gorbachov en el aeropuerto, se atrevió a tomar por el brazo a la primera dama soviética ante las pantallas de la televísión para animarla a saludar. La esposa del máximo dirigente de la URSS quiso decir que estaba impresionada por la acogida que le había brindado el pueblo cubano. Castro lamentó no poder ofrecer a sus huéspedes un palacio como el Kremlin o como el que dejó el emperador de Etiopía. Los Gorbachov tienen que conformarse con una lujosa mansión de las que el socialismo heredó de la antigua burguesía local. Sonrió de nuevo Gorbachov y dijo: "Todo está claro entonces, ahora sólo nos queda hablar".

Antes, en el aeropuerto, Gorbachov tuvo el detalle de pedir al embajador español, Antonio Serrano de Haro, que le transmitiera un saludo a Felipe González.

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