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Donald Trump: “Si me han hecho esto a mí, se lo pueden hacer a cualquiera”

El expresidente celebra una comparecencia ante los medios sin preguntas para atacar al juez y asegurar que seguirá adelante con su campaña electoral. “Vivimos en un Estado fascista”, proclamó

Donald Trump se dirige a los medios en una comparecencia sin preguntas, este viernes en Nueva York. Foto: BRENDAN MCDERMID (REUTERS) | Vídeo: EPV
María Antonia Sánchez-Vallejo

En el vestíbulo de la Torre Trump de Manhattan, el símbolo de su poder financiero, que le catapultó a la política, el expresidente y delincuente convicto Donald Trump ha celebrado este viernes una rueda de prensa —un monólogo, más bien— horas después de que el jurado del caso Stormy Daniels le declarase culpable de los 34 cargos que se le imputaban por falsificar con fines electorales los registros contables del pago de un soborno a la actriz porno. “Si me hacen esto a mí, se lo pueden hacer a cualquiera”, fue la primera frase de su breve comparecencia, poniéndose no solo por encima del resto de sus conciudadanos, sino incluso de la ley.

El candidato republicano no aportó un solo argumento nuevo, ni siquiera una crítica, a lo escuchado durante las seis semanas del juicio. Arremetió contra todos: contra el juez, contra el presidente Joe Biden, “un verdadero peligro para nuestro país”, contra el comité que investigó el asalto al Capitolio, a cuyos miembros tildó de “matones”, contra los inmigrantes, la presión fiscal e incluso contra los vehículos eléctricos. “Vivimos en un Estado fascista y corrupto”, proclamó.

El republicano calificó el juicio penal, el primero de los cuatro que afronta —hay tres causas pendientes en Washington, Georgia y Florida—, de “muy injusto”. “En cuanto al juicio en sí, fue muy injusto. No se nos permitió usar a nuestro experto electoral bajo ninguna circunstancia. Vieron lo que pasó con algunos de los testigos que estaban de nuestro lado, fueron literalmente crucificados”, dijo ante un atril decorado con el logo de su campaña electoral y arropado por una batería de banderas de EE UU: imposible distinguir si el Donald Trump que compareció ante los medios era solo un particular condenado por la justicia o un exmandatario que aspira a ser reelegido en noviembre.

Trump criticó al juez Juan Merchan, asegurando que “parece un ángel, pero en realidad es un demonio”. “Nunca ha habido un juez más conflictivo. Ahora, estoy bajo una orden mordaza [orden de silencio], bajo la que nadie antes ha estado, ningún candidato presidencial ha estado bajo una orden de mordaza antes”. Con su atropellada sintaxis habitual, llena de repeticiones, incidió: “Estoy bajo una orden mordaza, desagradable orden mordaza, en la que he tenido que pagar miles de dólares en multas y fui amenazado con la cárcel”, afirmó. Durante el proceso, fue condenado en dos ocasiones por desacato, por un total de 10.000 dólares, y apercibido de que entraría en prisión si persistía en sus críticas a testigos y funcionarios judiciales.

Con respecto a los delitos juzgados, los 34 cargos de falsificación de registros contables para encubrir un soborno destinado a influir en el resultado de las elecciones de 2016, declaró: “Falsificar registros comerciales: eso suena muy mal, a mí me suena muy mal. Eso es algo malo para mí, nunca me había pasado”, concedió, reiterando, como dijeron sus abogados en el juicio —el republicano rehusó declarar, aunque hoy ha asegurado que no importaba cometer perjurio—, que el reembolso del soborno a su abogado Michael Cohen, que adelantó los 130.000 dólares a Stormy Daniels, fue verdaderamente un gasto legal. “Un contable lo marcó correctamente en los libros” como gastos legales, dijo Trump. “¿Cómo lo vas a llamar si no?”. Además, insistió, ese registro se hizo sin conocimiento suyo. Con respecto al pago, y el acuerdo de confidencialidad que la mujer firmó al recibirlo, lo calificó de “perfectamente legal”.

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Cohen, de hecho, recibió 420.000 dólares: el importe íntegro del soborno que adelantó a Daniels en octubre de 2016, semanas antes de las elecciones, para evitar que la divulgación del escándalo le perjudicase en las urnas; más un bono y los impuestos. Sobre su antiguo hombre de confianza, a quien no pudo mencionar directamente porque la orden mordaza se lo impide, no se ahorró críticas: “Se trataba de un abogado altamente cualificado. Ahora no se me permite usar su nombre debido a la orden de silencio. Pero ya saben, es un canalla. Todo el mundo lo sabe. Tardé en descubrirlo, pero era eficaz”. “Se metió en problemas, no por mi culpa”, dijo Trump sobre su antiguo fixer (solucionador). “Se metió en problemas porque hizo tratos externos y tuvo algo que ver con taxis y licencias que le prestaron dinero”. Cohen, principal testigo del la fiscalía, fue investigado en 2018 por una empresa suya del ramo y la concesión irregular de licencias, como se recordó en el juicio.

A la espera de la apelación, Trump sigue atribuyendo a los demócratas sus reveses judiciales. Esa “gente mala” responsable de la condena, a la que acusa de azuzar a la justicia en su contra para hacer descarrilar su campaña electoral, que este jueves batió récords de recaudación —casi 35 millones de unas horas— gracias al veredicto. En vez de atacar a Biden, como ha hecho repetidamente en sus comparecencias diarias ante los medios, a la entrada y la salida de cada sesión del juicio, este viernes se ha cebado con el juez Merchan, a quien acusa de estar “altamente en conflicto” en el caso. Por varios motivos: Merchan, junto con el fiscal de Manhattan, Alvin Bragg, son los únicos que quedan fuera de la orden mordaza y, por tanto, pueden ser blanco de las críticas de Trump. El otro motivo es la vinculación de Loren Merchan, hija del juez, con una firma que asesora a los demócratas. Por alusiones a ella, el juez amplió en abril las restricciones de la orden mordaza. Es de prever que en su recurso ante el tribunal de apelaciones, la defensa de Trump incida en esa presunta implicación, aunque resultara insuficiente, a la vista del resultado del veredicto, para sembrar dudas en los siete hombres y cinco mujeres del jurado.

En su habitual tono mayestático, Trump aseguró que seguirá adelante con sus planes políticos pese a la sentencia. “No me importa exponerme porque hay cosas que hacer por este país, Esto es más grande que Trump, más grande que mi presidencia”, ha dicho. “Vamos a proseguir con la lucha. Vamos a volver a hacer grande de nuevo a EE UU, porque estamos en graves problemas”, ha añadido, introduciendo sin venir a cuento uno de los temas favoritos de su campaña: su promesa de acabar con la inmigración irregular, la entrada indiscriminada de “lunáticos y criminales”, en especial la multitud procedente de Venezuela, que viven en “hoteles de lujo” que les ponen “los demócratas”, es decir, Biden y la “panda de fascistas” que le respaldan para mantener abierta la frontera entre Estados Unidos y México. Para frenar “la invasión” de ciudadanos procedentes de tres países —citó explícitamente a la República Democrática del Congo, Venezuela y China—, “el 5 de noviembre será el día más importante de la historia de nuestro país”, ha concluido sin responder a las preguntas de los medios.

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