El color de la escritura
Alice Walker, Toni Morrison y Gloria Naylor, protagonistas del éxito de la literatura afroamericana
La fuerza con que han surgido las obras de las escritoras negras en la literatura norteamericana de estas dos últimas décadas es tan sorprendente como reconfortante. La sorpresa viene dada porque después de una historia de silencio en la que la mujer de color ha sido relegada a un casi invisible segundo plano, surge un número más que considerable de escritoras negras y detrás de ellas todo un apoyo editorial, estudios críticos y cursos sobre el tema. Alice Walker, Toni Morrison y Gloria Naylor son algunas de sus representantes.
Toda esta corriente no se ha construido a partir de una moda sino de unas voces nuevas, auténticas, y tan auténticas como ricas en su expresión dentro del panorama literario norteamericano. En un caldo de cultivo donde, prevalece el gusto por lo posmoderno, el minimalismo y las autobiografías, nos encontramos así con una prosa tibia, cadenciosa, cargada de imágentes y metáforas."Como mujeres negras hemos estado muy mal preparadas para defender aquello que más debía importarnos. Nuestros modelos dentro de la literatura y en la vida han sido, en su mayoría, devastadores", escribe Alice Walker en su ensayo Si el presente se parece al pasado, ¿a qué se parece el futuro? Las escritoras negras de la década de los setenta comenzaron a expresar lo que nadie decía y ellas "querían y necesitaban oír", introduciendo en la literatura un perfil distinto de su experiencia como mujeres y como negras.
El resultado es una literatura sin miedos donde la palabra liberación sigue siendo clave. Para alcanzarla arremeten contra los retratos distorsionados, las imágenes ambiguas, y recogen sólo aquello que consideran auténtico, identificatorio: como la experiencia de la opresión racista, sexista y clasista, las vivencias en ciertas comunidades, la exploración de las emociones y la musicalidad del lenguaje tal y como lo utiliza la raza negra.
Dentro de esta línea actual de la novela encontramos escritoras como Alice Walker, Maya Angelou, Gayl Jones, Toni Cade Bambara, Gloria Naylor, Margaret Walker y Toni Morrison, entre otras. La calidad de este verdadero alud creativo ha sido tal que muchos de los premios literarios norteamericanos de esta década recayeron en manos femeninas de color. Como el American Book Award de .1981 a Toni Cade Bambara por su novela Thesalt eaters, y el de 1983 a Gloria Naylor por The women of Brewsterplace, también en 1983 el National Book Award y el Premio Pulitzer de Novela a Alice Walker por El color púrpura, y el año pasado el Pulitzer de Novela se lo llevaba nuevamente una mujer negra: Toni Morrison por su obra Beloved.
A España están llegando ya algunos nombres de esta oleada, traducidos en fechas recientes. El primero y más conocido es el de Alice Walker con El color púrpura, que -catapultada por la versión cinematográfica del mismo nombre- alcanzó su octava edición en lengua castellana en julio de 1987 (editorial Plaza y Janés).
Opresión
El eje de El color púrpura son esas relaciones femeninas que se desarrollan para hacer frente tanto a la opresión del hombre negro como a la del blanco. La obra se inscribe en la más pura tradición narrativa del sur de Estados Unidos, de la que recibe -entre otras- una fuerte influencia faulkneriana y del dialecto negro.Toni Morrison cuenta ya con prácticamente toda su obra traducida al español. Una labor de la que se ha ocupado casi en exclusiva Ediciones B, de Barcelona, publicando el año pasado La canción de Salomón, Sula, La isla de los Caballeros (traducida y publicada por Argos Vergara en 1981) y Beloved. Para Morrison, el conflicto fundamental de su raza se da dentro de la misma comunidad negra, y allí es donde localiza a sus personajes: metafóricos viajeros en busca de su identidad personal, dentro de sí mismo y de su comunidad. En cualquiera de estas cuatro obras de Toni Morrison esa búsqueda se presenta como algo confuso y penoso, una travesía lenta a través de la pobreza, el dolor y la ignorancia.
Beloved, su última obra, se interna en el mundo de aquellos seres que vivieron el paso histórico de la esclavitud a la libertad, que fueron esclavos y también ex esclavos. Pasajeros que, provenientes del terror y la confusión, se dirigen hacia un mundo que les es ajeno.
El poder del lenguaje en Toni Morrison se percibe ya desde las primeras páginas de sus obras: expresiones, colores y ritmos que alcanzan una densidad próxima a la de la música negra. Una prosa que combina perfectamente, en el caso de Beloved, el lenguaje escrito y el oral. Que puede leerse y casi escucharse. Su capacidad de recoger y fusionar el mundo real, cotidiano, con el folclor, la magia, la superstición, tan propios de la cultura en la que creció, confieren un sabor muy especial y una tensión que nos recuerda, en ciertos momentos, al realismo mágico de la novela latinoamericana.
Mama Day, de Gloria Naylor, es el título más reciente, dentro de esta línea, editado en español. Publicado el año pasado en EE UU bajo el.mismo nombre es, además, la última novela de Naylor. Mama Day se sitúa en Willow Springs, una isla surefla que -como Yoknapatawplia en Faulkner, Macondo en García Márquez o Santa María en Onetti- está cargada de fuerza mítica y no existe en otra geografia más que en la creada por su propio autor.
En ese mundo insular y enigmático vive Miranda (Mama) Day, una negra de casi un siglo de edad, sabia en secretos ocultos, magias y hechizos. El personaje de Mama Day es magnífico en su perfil humano y está cargado de salud racial.
Ese enorme celo en la elección de cada imagen, de cada palabra, el recurso de repetición, debería -por tanto- ser respetado al máximo por el traductor español. Es difícil reflejar palabras cortadas, giros o la mala utilización de formas verbales tan características del lenguaje negro en inglés. Pero hay palabras más negras que otras en nuestro idioma, y un traductor debe buscarlas. Lo mismo sucede con las repeticiones que crean un ritmo en el texto inglés: no deben adulterarse. En ese sentido, El color púrpura y Mama Day logran salir más indemnes del trauma que la traducción supone para este tipo de narrativa donde la palabra y su música son fundamentales. Es una pena que de Beloved no podamos decir lo mismo.
Babelia
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