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FALLAS DE VALENCIA

Mochos

Esta era la feria del toro astifino, hasta que dejó de serlo. Ayer dejó de serlo. Menos mal que se trataba (le la última corrida. Lo sospechoso es que toreaban las figuras de la cotización alta y la expectación máxima. Precisamente paxa las figuras de cotización alta y expectación máxima hubo de salir el toro mocho; ya es casualidad. Y como en las casualidades ya apenas cree nadie, se puede deducir que autoridad y veterinarios cantaron la gallina ayer. Autoridad y veterinarios, tan en su sitio para rechazar corridas enteras cuando torearon en la feria diestros de cotización mediana y expectación mínima, en el reconocimiento de los Torrestrella y los Montavo hicieron iKikiirikííí!Quizá lo que hicieron en realidad fue iCocorocooo! que es más canto de gallina. iKikirikííí! corresponde al gallo. Y en esta fiesta, según se aprecia cada día, los gallos son quienes manejan el cotarro y administran a las figuras de cotización alta y expectación máxima. Aparecen los gallos en los entrebastidores del espectáculo, revuelven, disponen, imponen, y lo que salta a la arena es el toro mocho.

Torrestrella / Ortega, Espartaco, Litri

Cuatro toros de Torrestrella, desiguales de presencia y juego; 2º y 3º de Montalvo, con romana, sospechosos de afeitado, mansones y manejables. Ortega Cano: dos pinchazos, estocada atravesada, rueda de peones y descabello; la presidencia le perdonó un aviso (vuelta); estocada trasera (oreja) Espartaco: estocada baja (oreja); bajonazo descarado (oreja). Litri: pinchazo -aviso con retraso- y bajonazo (oreja); pinchazo bajo, otro hondo, rueda de peones, un descabello -aviso con retraso- y cuatro descabellos, más (vuelta). Espartaco y Litri salieron a hombros.Plaza de Valencia, 20 de marzo. Última corrida fallera.

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Por una reflexión

Los Torrestrella aún tenían un pasar: si alguien les tocó el pitón -lo que está por ver- supo hacerlo con disimulo. En cambio los Montalvo aparecieron con grosera cornamenta, mermada un cacho, y el que irrumpió en tercer lugar -luego devuelto por inválido- tenía por asta izquierda un plátano. El primer Torrestrella estuvo mejor armado que ninguno pero daba el trapío de novillo. Los restantes, en cuanto tocaban una barrera, un burladero, un peto, se les abrían los pitones en floripondio. Los de Montalvo daban ¡grandes pesos en la tabla y en la lidia iban y venían, a lo mansón cayéndose unas veces, tomando los engaños sin malicia otras. Y todos estaban inválidos. Los seis.

Con los Montalvo, Espartaco y Litri armaron sendos alborotos. No se podría decir con propiedad que torearon -es decir, que practicaran el arte del toreo-, pues distorsionando el cuerpo, los compases al revés, esa pierna de cargar la suerte dejada atrás, lo que resulta está muy lejos del arte del toreo. De cualquier forma, al público le daba lo mismo. El público tenía el triunfalismo subido, un higo se le daba dónde pusieran la pierna los toreros, y cuando ambos espadas se pusieron de rodillas, entró en éxtasis.

En los últimos toros una y otra figuras se dedicaron de lleno. al tremendismo. Espartaco, después de intentar embarcar seriamente al Torrestrella tardo y morcillón, se tiré de rodillas y lo desafió varias veces metido entre los pitones. Litri, después de pegar pases con la muleta retrasada, pico, enganchones, y sufrir tres desarmes, porfió junto a lacori iamenta, provocando en el t-,n( ido gritos de espanto.

Con estos alardes el público esta:>a a sus anchas. Los reduct~:)s, le afición no tanto, ya que no les, a el tremendismo, sino el tor.-o, pero también pudieron satisf ice - el gusto, gracias a Ortega Car o, que instrumentó faenas clás cas. Algo complicada la del cuai to, que se quedaba corto; relaja, la, pulcra, fina la del primer:), (ori tandas de redondos y de nati rales depurando estilo, hondos pases de pecho y unos ext:-a(rdinarios ayudados como b ro( he final. Esa faena, con toro, habría sido de antología. Verdaderamente, con toro, tiene enorme importancia la lidia, tremendismo incluido. Mientras con mocho, desmerece, se oye ¡Kikirikííí!, ¡Cocorocooo!, y los aficionados buenos, que pierden la fe, se rasgan las vestiduras.

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