Por una reflexión
Formular una revisión de los toros hoy no es nada desaconsejable. Y en ningún momento va a significar un intento por enmendar la página de voluntades de un colectivo importante. Digo esto por el interés de un sector parlamentario europeo crispado por un acontecimiento que con facilidad puede resultar inexplicable, si viene regido por filosofías proteccionistas. Cuando se trabaja con estos códigos hay que, en todo caso, aplaudir el esfuerzo de quienes militan en la región de la paz, de la concordia y exaltación del mundo animal. Pero no querrá decir ello que afirmemos que los demás hacen sus recreos en campos de batalla.Por la dialéctica que se puede plantear, me interesan los aires de prohibición que vienen de Europa. Porque en el campo de la confrontación se enriquecerán los conceptos, y los toros, y su entorno, bien pueden pasar de ser sólo espectáculo de arte y sangre a sujetos pacientes de la reflexión colectiva y dejar de quedar ahormados en un mundo Ileno de tópicos. Los toros disfrutarán así de un nuevo análisis. El objetivo no es fácil porque no es cómodo acostumbrarnos a "enriquecer con la dialéctica las realidades" festivas y colectivas. Me percato de que no hay discusión que haya podido producir menos variaciones en su discurso que éste: maledicencia o elogio sin par. Porque entiendo que hay algo más que este reduccionismo dialéctico y no sería inconveniente que se aproximara la inminencia de su desaparición para que los argumentos recorran el sendero de la genialidad y sea entonces cuando la pervivencia de los toros se justifique por su vigencia intelectual.
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