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Entrevista:

Lluis Pacisqual.: "Hemos construido un teatro"

El director catalán deja el Centro Dramático Nacional tras dotarlo de infraestructura y conseguir su estatuto

El pasado miércoles, el director del Institute, Nacional de las Artes Escénicas y la Música. (INAEM) hizo pública la renuncia de Lluís Pasqual a renovar su contrato como director del Centro Dramático Nacional (CDN) al tiempo que anunciaba el nombramiento de José Carlos Plaza como sustituto del director catalán al frente del mismo. Se ha dicho que Pasqual abandona el CDN porque, según sus propias declaraciones, el Teatre Lliure le necesita. En realidad, Pasqual siempre ha estado junto al Lliure, de cuyo equipo directivo forma parte. Los motivos de su renuncia son otros: de una parte, los cada vez más numerosos compromisos internacionales que difícilmente se compaginan con la dirección artística y administrativa del CDN; de otra, la sensación de haber cumplido la misión que se le había encargado al hacerse cargo del CDN.

Pregunta. Desde su creación (29 de noviembre de 1978), usted ha sido el director que más tiempo ha permanecido al frente del CDN, concretamente seis años, desde la temporada 1983/84 hasta la presente. ¿Cómo encontró usted el CDN y cómo lo ve al llegar el momento de abandonarlo?Respuesta. Yo encontré un teatro con goteras, dotado, todavía, de una estructura de teatro nacional franquista que mis antecesores no tuvieron el tiempo necesario para transformar. En la actualidad, el María Guerrero es un teatro más que decente, con una infraestructura técnica y humana que lo convierten en un local privilegiado. Hemos, prácticamente, construido un teatro, que si no entendí mal eso es lo que se esperaba que yo hiciese. Sólo falta cambiar el piso del escenario y remozar la fachada.

Conseguí un estatuto que nos permitía una absoluta libertad en cuanto a la programación y a la utilización del presupuesto. Creamos un equipo de técnicos, entre ellos la figura del jefe de sala, que no existía en este teatro, y un sistema de trabajo. Impusimos un horario europeo, función a las 20.30, que fue en un principio muy criticado y que hoy funciona estupendamente. Hemos mantenido, si bien de forma no institucionalizada, una escuela de técnicos en electricidad, en maquinaria, en utilería, que es la que hoy nos permite ser ese local privilegiado del que hace un momento le hablaba. Mire, le pondré un ejemplo. Si en Valencia, pongamos por caso -y cito Valencia porque su Centre Dramátic dispone o disponía de un presupuesto superior al del CDN (430 millones en la presente temporada)- se monta un espectáculo con un costo de unos 30 millones, tenga usted la segur¡dad de que aquí resultaría más barato, ya que disponemos de medios técnicos y humanos que permiten reducir ese costo.

Al margen de la creación de esa infraestructura imprescindible, herrios devuelto al CDN su espíritu viajero: hemos recorrido España y hemos estado presentes en Europa y América, a través de coproducciones con el Piccolo de Milán, con el Théâtre de l'Europe de París i el San Martín de Buenos Aires.

Censara a la francesa

P. Habla usted del Théâtre de l'Europe, ¿por qué no se ha consolidado, mediante el oportuno decreto y la dotación necesaria, la vinculación del CDN a dicho teatro?

R. Mire usted, cuando esta operación debía de haberse llevado a cabo, el señor Léotard se convirtió en ministro de Cultura del gobierno Chirac y, si bien no se atrevió a cargarse el Théâtre de l'Europe, por miedo a enfrentarse con una fuerte personalidad como Strehier, lo que hizo fue aplicar eso que ya se conoce en todas partes corno la censura a la francesa, es decir: cerrar el grifo. Así pues, era un mal momento para adquirir unas responsabilidades, sobre todo de: índole económica, que no se hubliesen visto compensadas. Con Jack Lang de ministro, el CDN se habría integrado plenamente al Théâtre de l'Europe en el momento preciso.

P. Hay quien le reprocha no haber creado una compañía estable ni una escuela, ni...

R. -En 1983 no era posible crear una compañía estable y ahora, en las condiciones que ofrece este local, tampoco. En 1983, todo el mundo que venía a trabajar a este teatro tenía la impresión de que el Estado (y no olvide que éste es un teatro de Estado que desarrolla un seervicio público) le debía algo. Salíamos prácticamente de la miseria y era muy fácil, dado nuestro carácter, que esa posible compañía estable se acabase convirtiendo en una compañía de funcionarios, que es lo peor que le puede ocurrir a un artista del teatro. Hoy, una compañía estable -piense en la Comédie, en el Dramaten (Estocolmo)- se compone de 60 o 70 miembros, artistas altamente cualificados. Pues bien, esto supone mucho dinero y espacio. Aquí no caben. Esto no es el Barbican (una de las salas de la Royal Shakespeare Company, con 1.160 localidades y un equipo tres veces superiores al del CDN). Para ello se precisa de un nuevo local, otro local, más libre. Ese nuevo local es uno de los retos que debe asumir el CDN en su inminente futuro.

P. ¿Y la escuela?

R. Mire usted, una cosa es una escuela y otra un teatro; ambos no van necesariamente juntos aunque hay casos, pocos, en que esto ocurre. En la actualidad es imposible pensar en una escuela para el CDN. Lo que le decía antes: haría falta un nuevo local, un Fossati (segunda sala del Piccolo de Milán que lleva incorporada una escuela). Mire usted, cuando yo voy a un gran teatro de Estado europeo, como es el caso de la Comédie, lo que busco es una específica manera de interpretar de sus actores que me haga entender una parte de aquel país. Eso supone tradición, repertorio, conservatorio... y afición por el teatro, entendido éste como un bien cultural, formando parte de un patrimonio nacional. Yo no dudo que dentro de 10 años podamos ver aquí obras de Lope o de Calderón con el mismo rigor con que en la Comédie se ofrecen obras de Racine o de Marivaux. Pero en las actuales circunstancias es prácticamente imposible. Hay que potenciar el triángulo del INAEM que forman el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas, la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el CDN, el cual debe hallar su exacto lugar dentro de ese triángulo -piense usted que cuando yo me hice cargo de él debía programar un poco de todo: desde el Siglo de Oro español a los nuevos autores, sin olvidar los grandes clásicos extranjeros, más Valle, Lorca, e incluso Jardiel Poncela.

P. ¿Tiene el CDN un comité de lectura?

R. No, hay una persona, Andrés Amorós, que figura como asesor literario y es el encargado de leer los tetos que llegan a esta casa. Una persona con voto pero sin capacidad de decisión. Como ya dije en otra ocasión, los oficios artísticos son muy poco democráticos, y yo, al hacerme cargo del CDN quise asumir tanto la direccion artística como la administrativa. Hacerme responsable único de la programación. Forma parte de mi compromiso con la Administración, que me entrega unos dineros, y con el público, que, dicho sea de paso, ha respondido muy bien. Sí, he leído muchos, muchos textos, y he estrenado algunos -particularmente estoy muy satisfecho de haber estrenado a Ignacio García May-, sabiendo que no podía estrenarlos todos. Ni puedo ni debo; hay que seleccionar mucho, con rigor.

P. Hay quien cree que habría que separar la dirección artística de la administrativa.

R. Es posible, pero yo no conozco a ese gran administrador. Ojo, un administrador que proceda, que conozca el teatro. Aquí no tenemos, por desgracia, ningún Michel Guy (ex ministro de Cultura galo e impulsor del Festival d'Automne de París).

"Hay que dejar las camas hechas"

Pregunta. ¿Qué prepara usted?

Respuesta. La Comedia sin título, de Lorca. Si El público era la cara, la Comedia sin título será la cruz de la moneda. Llegué al CDN con Eduardo II y me marcharé con la Comedia sin título, más el balance económico que finaliza en diciembre. Es así como se hacen las cosas. Hay que dejar els llits Jets (las camas hechas), como decimos nosotros. Es una cuestión de buenos modales.

P. ¿Qué títulos le hubiese gustado montar en el CDN?

R. El caballero de Olmedo que montaré, no sé dónde, pero la montaré. Las tres hermanas, de Chejov. También me hubiese gustado dirigir El jardín de los cerezos, pero creí que lo lógico, lo justo era ofrecérselo a William Layton y José Carlos Plaza. Otro título: La casa quemada, de Strindberg, una de sus Kammarspel, piezas íntimas. Y también me hubiese gustado montar género chico: Agua, azucarillos y aguardiente o El barberillo de Lavapiés. Puede hacerse, cabe en el CDN.

P. Se convierte usted en un director free lance, tendrá muchos contratos...

R. Tengo contratos hasta mayo de 1991, entre ellos le citaré Como gustéis, un Shakespeare que monto en la Comédie (estreno 16 de diciembre de este año), en el Français, con los actores de la Comédie, y una producción en el Dramaten para abrir la temporada 1990 / 91 y que podría ser El público. También tengo unas cuantas óperas, en París, Bruselas, Madrid... Pero lo que ahora me excita es la Comedia sin título, que hay que estrenar en septiembre, aquí, en el CDN, una coproducción con el Lope de Vega (Sevilla), el Arriaga (Bilbao), el Romea (Murcia), el Festival de Tardor (Barcelona) y el Piccolo de Milán. Y en mayo de 1991 me paro. Me paro para hacer las Comedias bárbaras, de Valle, que no he podido hacer aquí. Se precisa una gran compañía, mucho dinero, seis u ocho meses de ensayos y un año en cartel, más las giras. No se dónde lo haré pero sé que lo haré.

Montaje en el Lliure

P. ¿Y el Teatre Lliure?

R. Mire usted, yo no "vuelvo" al Lliure por la sencilla razón de que nunca lo he abandonado. Yo no dejo al CDN para "salvar" el Llitire. El Lliure se -salva" -me horroriza esta expresión- solito, además, allí está Fabià Puigserver que lo está haciendo muy bien. Lo que sí quiero es montar una obra en el Lliure. Lo necesito. Mire, yo soy muy mimético. En Barcelona trabajo distinto que en Madrid. Dirijo igual, eso sí, pero no me siento igual. Me siento más libre, más ligero, sin el peso de esa doble responsabilidad artística y adn-iinistrativa. Sí, voy a montar una obra en el Lliure la próxima temporada. Probablemente algo de Juli Vallinitjana (1873-1937), algo de ambiente gitano, Els zin-calós o La gitana verge. Yo, sabe usted, fui al colegio con gitanos y tengo muy buenos amigos gitanos...

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