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'Seropositivo'

Un diario personal editado por el Ministerio de Sanidad recoge las normas que deben seguir los portadores del SIDA

"Positivo. ¿Alguien conoce una palabra más negativa?". Así empieza uno de los capítulos del Diario de un seropositivo. La lucha de un hombre frente al SIDA, editado por el Ministerio de Sanidad para romper con el temor y el rechazo social que rodea a los portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH). La introducción al texto señala que "ser seropositivo no es tener SIDA", para afirmar más adelante que ésta es Ia enfermedad de más difícil contagio y más fácil prevención".

El seropositivo T. L. sintió un pánico terrible cuando conoció los resultados de los análisis: "lloré durante 15 minutos y después me quedé dormido, porque son tantas cosas las que piensas y tan deprisa que te entra un dolor de cabeza terrible y sólo quieres dormir". Tras esa primera reacción, T. L., de 28 años, estuvo un mes "alquilando vídeos porque no quería asumir el asunto". Para entonces, junio de 1988, T. L. llevaba tiempo en el Comité Ciudadano Anti-SIDA de Madrid y cada seis meses se hacía una prueba para saber si era portador del virus maldito.

Él ha sido uno de los seropositivos que han ofrecido sus vivencias personales para construir con ellas el personaje imaginario que desgrana, en forma de confesión íntima, sus experiencias frente al SIDA. De este modo, el Ministerio de Sanidad intenta acercar tanto al personal sanitario como a los grupos de riesgo de contraer el SIDA las normas y cuidados específicos que deben seguir los portadores de VIH. Sanidad ha editado 300.000 ejemplares del diario, que se van a distribuir en los centros sanitarios, hospitales y ambulatorios, y a través de los comités ciudadanos anti-SIDA.

Según datos del comité ciudadano, 36 de cada 100 portadores del SIDA no le comunican a nadie su situación. "Esto aumenta la angustia y el estrés que sientes. Hay gente que no lo sabe ni su familia, ya que sigue habiendo rechazo porque es más fácil dejarse llevar por los perjuicios que asumir que tienen un familiar con dificultades", dice T. L.

Más verduras

"Lo único que ha cambiado en mi vida es que ahora tomo menos alcohol y como pescado y verduras. Además tengo que ir con esto a todas partes, lo que ya me ha supuesto dos detenciones porque la policía se cree que son anfetas", dice T. L. que saca un pastillero con varias cápsulas de AZT -fármaco indicado para tratar el SIDA y reducir los riesgos de desarrollar el síndrome- y un par de preservativos.

Las secreciones sexuales y la sangre son las únicas vías de transmisión, así como de la mujer infectada a su futuro hijo. "El grupo de autoayuda que nos reunimos cada semana surgió como una iniciativa de Solidaridad Gay para ayudar tanto a enfermos homosexuales como a portadores, pero con el tiempo se ha abierto a heterosexuales y toxicómanos perque tenemos un problema común", dice T. L. El grupo, formado por unas 30 personas, ha ampliado sus actividades a reuniones con familiares y enfermos internados en centros hospitalarios. La primera de ellas se realizó ayer, sábado, en el hospital Clínico de Madrid. "Para ponerse en contacto con nosotros", insiste T. L., "se puede llamar a los teléfonos 468 50 32 y 459 10 04.

T. L. ve positivamente la iniciativa de Sanidad, aunque considera que en el diario quizás se retrata a un personaje casi idílico, con menos problemas de los que se presentan en la vida real. Al grupo al que él pertenece acude todo tipo de gente, desde yupis hasta chaperos, y están organizados para ayudar a los que viven solos en el caso de que se pongan enfermos y, sobre todo, intentan romper la macabra asociación del SIDA con la muerte, "porque ya hay cosas que te pueden curar y que te dan un abanico más amplio en la calidad de vida. Hay ganas de vivir, se que voy a vivir mucho tiempo", dice T. L.

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